Casas Rurales El Caño Chico y La Fuente - Villanueva del Conde El frío ha traído las grullas, que llegaron este año a
las orillas del embalse de Santa Teresa con casi un mes de retraso. Y cuando se
desplazan, nuestros cielos se llenan otra vez del vocerío tan singular y ameno
de nuestras amigas del norte: ‘gruuugruuugruuu’.
Ahora se nota cómo
los pajaritos pequeños necesitan todo el aporte energético que puedan coger –
se ven en las afueras de los pueblos recogiendo granos por el suelo por donde
han pasado los ganaderos con el pienso, y entre las casas donde
algunos humanos les dejamos migas de nuestras mesas y bocadillos. Colirrojos
tizón, gorriones y petirrojos vienen cada día a disputar la comida que les
dejamos. Algunos parecen gordos, pero a veces las apariencias engañan – son las
plumas que ahuecan para protegerse del frío, haciéndoles una chaquetita de
plumón.
Y ahora que el otoño se ha hecho notar, aunque con
menos lluvia y más viento y heladas, muchos de los árboles han soltado sus
hojas y de pronto no hay dónde esconderse, salvo entre zarzas y rosales, o
dentro del abrazo verde de las encinas. Pero cuando calienta el sol a mediodía
es el mejor momento para disfrutar de los más pequeños, que salen a calentarse
un poco, y se pueden ver bandadas de verderones, pardillos, jilgueros y
verdecillos adornando los rosales silvestres como pequeños frutos emplumados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario