jueves, 20 de febrero de 2014

Atar los perros con longanizas

No todo el mundo sabe que este dicho mundialmente famoso, eso de “atar los perros con longanizas”, nació como chascarrillo en Candelario, pueblo choricero por excelencia.
La anécdota la inició una muchacha de la localidad a principios del siglo XIX. El hecho tuvo lugar en la choricería de Constantino Rico, conocido por el mote de "Gran Choricero", y a quien el pintor Francisco Bayeu inmortalizó en un famoso tapiz que puede verse en el Museo del Prado. Cierta obrera que trabajaba en la factoría de embutidos tuvo la ocurrencia, por no tener soga a mano, de atar a su perrilla con una ristra de longanizas.
Entró en aquel momento su hijo a darle algún recado, y viendo la singular atadura del can divulgó por el pueblo la noticia de que en la choricería de Constantino Rico había tal abundancia de todo que se permitían atar los perros con longanizas
Lógicamente el perro en cuestión se comió las longanizas, y escapó, quedando en evidencia el grado de inteligencia de la operaria.

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