Fotografías : Merxe García Alonso |
Con
el Bar El Salón como “centro de operaciones” la jornada se convirtió en una
fiesta gastronómica y de hermandad. La mañana estuvo dedicada al oficio del
matancero, con el sacrificio del cerdo y el proceso artesanal para su
preparación, mientras se degustaba una ración de hígado al ajillo.
Ya
a mediodía la comida popular consistió en arroz con costilla.
Por
la tarde se continuó con la labor matancera, en este caso, la picada y el adobo
de las chichas, de las cuales, y como cena, se sirvió una degustación por la
noche.
Una charanga acompañó a las actividades durante todo
el día.
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