viernes, 30 de mayo de 2014

Vista de lince

Extraemos de la web Pueblos de España esta curiosa anécdota sucedida según parece en la autovía A-66 a la altura de la localidad de Montejo. Una vista de lince y una duda creciente libraron a estos muchachos de una multa segura.

“Esta mañana, en el trayecto entre Salamanca y Guijuelo, pasado Montejo de Salvatierra, circulando por la autovía adelantamos a un vehículo Seat, modelo Altea, de color trigo, sin distintivo alguno y ocupado por dos hombres. A los pocos minutos nos adelantó ese automóvil e inmediatamente, en la luna trasera observamos se encienden unas letras de color rojo con la leyenda “Alto, Guardia Civil”. Paramos donde se nos indica y se bajan los dos ocupantes uniformados, poniéndose la gorra que llevaban quitada mientras circulaban y, el que se baja por la derecha del automóvil, lo hace con una PDA en la manos.
Nosotros, que éramos tres, nos miramos a la vez que nos preguntábamos por
lo qué pasaba. Circulábamos a 120 km/h., llevábamos puestos los cinturones de seguridad; aparentemente todo bien ¿Querrían saber si habíamos bebido alcohol, identificarnos, comprobar si teníamos seguro, pasado la ITV…? Uno de los agentes se acerca y pide la documentación de vehículo y la del conductor. Este se la entrega y el guardia pide la del que iba en el asiento trasero, a la vez que le hace saber: “que va sin el obligatorio cinturón de seguridad”.
El aludido se pone blanco y de los nervios casi no puede pronunciar “que eso no es cierto, que el cinturón lo lleva puesto desde que montó en el coche”. El guardia insiste en que él y su compañero, cuando lo adelantamos y después cuando ellos adelantaron, observaron no lo llevaba puesto y, según ellos, iba sentado en el asiento central echado hacía adelante con su cabeza próxima a la de los que nos situábamos en los asientos delanteros.
Nuestro amigo reconoce que estaba echado adelante, estaba sentado en la parte derecha –justo detrás de donde yo estaba sentado-, con la mano había aflojado el cinturón y buscado la mejor posición puesto que íbamos conversando y con escuchaba bien lo que decíamos; pero que de ningún modo iba sin cinturón, que los guardias estaban en un error.
Le digo al guardia, que mi amigo lleva cinturón puesto, que lo hemos visto como se lo ponía, hemos comentado como va y lo incómodo de esa posición tirando del cinturón. Dándole, como no puede ser de otra manera, la razón a nuestro compañero y, haciendo todo lo posible, para que el agente entendiera estaba en un error, la confusión en que podían haber caído al ir circulando ambos vehículos, la altura de los mismos que impiden ver bien el interior, la ropa que lleva puesta nuestro amigo de idéntico color al cinturón y muy parecida a la tapicería. En fin, que les ha parecido ver algo que realmente no era lo que dicen haber visto. La vista, en ocasiones engaña, el cerebro a veces es equivocado por los ojos y los pensamientos o prejuicios, o aquello de “que uno solo ve lo que quiere ver”.
El agente empieza a dudar y se dirige al otro guardia, que ya estaba escribiendo en PDA con la intención de denunciar (200,00€, por las buenas), si bien, nuestro acompañante ya se daba por perdido y desistía de cualquier protesta ante lo incierto de lo que afirmaban los guardias.
Le digo a mi compañero que no se achante, que se apee y vaya a hablar con los guardias, que les haga ver la situación real, puesto que no es cierto lo que ellos afirman. Además, uno de ellos, ya duda, lo que quiere decir que no ha visto nada y se fía de lo que le parece al otro haber visto. Además, observo que entre los guardias hablan y el que dudaba al principio; por lo que veo le está diciendo al otro, éste también duda y ya no sabe que hacer, pero está dispuesto a denunciar por no bajarse del burro. Animo a mi amigo a bajarse; por fin echa pie a tierra y se dirige a la pareja, convencido de que no debe pasar por una situación injusta. Les explica de nuevo la situación, les dice que si quieren denunciar que denuncien, pero que están cometiendo un error y una injusticia, etc., etc., Finalmente, quien tiene la PDA da su brazo a torcer y no denuncia.
Mi amigo les da la mano y se despide.
En ocasiones lo que afirmamos que vemos con nuestros ojos, no es real. En éste caso, el exceso de celo, el afán de denunciar y, posiblemente también, la juventud de los agentes les llevó a cometer un error a estos guardias del destacamento de tráfico de Béjar ¡Qué Santa Lucía les mejore la vista!
De lo sucedido, extraigo algunas conclusiones:
• Ante situaciones injustas, nunca debemos allanarnos y desistir de nuestros razonamientos y derechos.
• Que la autoridad no está por encima del bien y del mal. Se equivoca y no siempre tiene razón.
• Que tráfico, en su afán recaudatorio y de persecución al automovilista, utiliza vehículos sin distintivo y de cualquier modelo, por lo que para no llevarse uno sorpresas, hay que extremar la observancia de las normas de circulación y asegurarse uno de quienes son los ocupantes de los vehículos que adelantamos”

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