Fotografías : MARIO SÁNCHEZ |
El pasado martes el “Día del Toro” cerraba las
fiestas patronales en Miranda del Castañar, una festividad que un año se ha
convertido en un evento multitudinario en el que no ha faltado detalle. Tras rendir
culto a la tradición en la imponente “noche de los candiles” y realizar el
siempre devoto y colorido ofertorio a la Virgen de la Cuesta, una de las joyas
etnográficas de la Sierra de Francia, los eventos taurinos coparon el último
día de festejos.
La magnífica plaza de toros de Miranda, que no
es otra que la plaza “de diario” vestida para la ocasión y custodiada por el
imponente castillo de la localidad, acogió el festejo taurino en el que
ofrecieron su arte el torero José Ignacio Rodríguez y el novillero manchego
Mario Sotos que lidiaron tres astados de la ganadería del Puerto de San
Lorenzo.
Faena dispar para ambos matadores, con triunfo para Rodríguez gracias
al trabajo sobre el último toro, al que consiguió cortar dos orejas, abriendo
la puerta grande, en este caso más metafórica que real, y teniendo un gesto muy
aplaudido por el público que abarrotó los tendidos, vallados y escaleras de
mano. Rodríguez entregó uno de los apéndices a su compañero de faena saliendo
ambos, novillero y torero, a hombros entre el alborozo general.
El miércoles, aunque
oficialmente aun día festivo, puede considerarse de “recogida”, con el
desmontaje popular de la plaza y el reparto de la carne del toro para los
socios de la Asociación Amigos de Miranda, cuyos miembros organizaron la cena
de despedida de estas fiestas que tienen un sabor especial, pues saben a roble y
barrica vieja, que es el sabor que recuerdan los paladares.
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