lunes, 1 de junio de 2015

Caminando por un óleo de historia y leyenda

ENTRESIERRASrd | El grupo MasQueAndar recorre parte de los caminos históricos y casco urbano de la villa medieval de Monleón
Si existe un municipio que condense como en un óleo la historia y misterios de Entresierras, ese es sin duda Monleón. Así lo pudieron sentir y palpar la veintena de participantes que convocados por el grupo senderista MasQueAndar de Endrinal han disfrutado este domingo de una caminata por los alrededores de la 'capital histórica' de la región.

Fotografías : Las Casas de Monleón FB
La Puerta de la Villa, el Barrio Judío, el Rincón de Manolo, la muralla medieval, la Puerta del Solo, la Iglesia de Santa Isabel, el fabuloso Castillo… Monleón concentra entre sus calles la historia escrita y callada de un pasado esplendoroso que además, como ya hemos dicho en algunas ocasiones desde estas páginas, es un tesoro no del todo valorado ni puesto en valor en su justa medida.
Los participantes de la marcha senderista han abandonado la villa por la Puerta de Coria y tras cruzar el Alagón por el puente de lanchas y visitar el antiguo lavadero han continuado camino hasta el despoblado altomedieval de Monte Alcaide, otra de las joyas casi desconocidas de la comarca, para a continuación visitar la lagareta del Prao Durán y las tumbas antropomorfas dispersas por sus alrededores.
Desde aquí, hollada la historia, los 'masqueandarines' han descendido hasta el río Alagón que en estos parajes configura una de las joyas naturales de la provincia, como son las conocidas como Ollas de la Sapa, un paraje en el que el río ha ido excavando y erosionando su mole granítica esculpiendo un paisaje espectacular.
Desde aquí se ha remontado el curso del río cobijados bajo el bosque de rivera y al llegar al Charco de los Curas se ha hecho la parada para comer y descansar un rato a la sombra de los espectaculares alisos centenarios que lo vigilan.
Por la senda del Alagón se ha reanudó la marcha de regreso hacia Monleón descubriendo lugares como el pasil de Santana, el caozo “el avellano” y el mirador del castillo así como elementos que formaron parte del día a día de los lugareños hasta no hace mucho como el horno de cal y el molino.

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