ENTRESIERRASrd | La talla
se encuentra apartada de su capilla desde 1999 y estaba en paradero desconocido
hasta hace pocos años
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PDBB El desconocido Cristo de la Expiración de
El Bosque de Béjar bien podría renombrarse como Cristo de la Expoliación,
apartado de su capilla desde 1999 y en paradero desconocido hasta hace pocos
años. Desde la Plataforma se propone reintegrarlo a su lugar de origen tan
pronto lo permitan otras prioridades.
Es habitual que, durante las vistitas guiadas
que desde hace años se vienen realizando en El Bosque, alguno de los asistentes
pregunte por el estado del interior del Palacete y si este es visitable.
Suponemos que, como en otros lugares y villas de características similares, se
esperan encontrar un pequeño palacio con estancias y techos ricamente decorados
y continente de alguna importante colección de obras de arte. No es
descabellado pensar en estos términos, más bien parece lógico contemplar que el
Palacete de El Bosque albergase otrora una pequeña colección de lo que los
especialistas denominan como “Bienes Muebles”. La contestación al interesado es
bien simple: el Palacete quedó como un erial –otro más– el mismo día de la
adquisición pública del BIC allá por 1999 cuando se vació por completo sin que
las instituciones compradoras –entre las que se encontraba el Ayuntamiento
bejarano– sopesaran la posibilidad de incluir en la operación algunos de esos
bienes muebles que, por su interés y calidad, merecieran quedarse in situ para
el disfrute y beneficio del bien común. Este es el caso del Cristo Crucificado
que presidía la antigua capilla de El Bosque, una magnífica talla de la escuela
barroca castellana fechable en la primera mitad del siglo XVII (foto 1). La
última vez que se vio al Altísimo habitar la capilla fue durante la visita que
hizo a la villa Esperanza Aguirre en el verano de 1999 (entonces Ministra de
Cultura con Aznar) con el fin de glorificar la adquisición pública del
monumento.
La presencia de una capilla-oratorio en El
Bosque se rastrea, al menos, desde 1583 cuando es citada en el documento de las
obras de ampliación del actual Palacete llevadas a cabo por el maestro Rodrigo
Alonso. Debía de ser una sencilla estancia sobriamente decorada de la que hasta
la fecha poco sabemos; en el verano de 1592, durante las reformas de la fachada
principal, se utilizaba “una arca bieja a manera de cajon donde se deçia missa,
con quatro pies”. La actual capilla (aneja al Palacete por su fachada norte) es
producto de las reformas que el industrial Cipriano Rodríguez Arias llevó a
cabo tras la adquisición de El Bosque en 1869 (foto 2). Será entonces, y no
durante la etapa ducal, cuando se documente la existencia de la talla que nos
ocupa. Desde ese momento la capilla quedó bajo la advocación del Santísimo
Cristo de la Expiración o la Agonía, tal y como reza la inscripción de la
sencilla espadaña metálica alzada sobre la puerta principal, que lleva la fecha
de 1871. En 1874 el Arzobispo de Sevilla concedió cien días de indulgencia a los
devotos y fieles que rezaran el credo ante la imagen. Durante el siglo XX la
reputación del Cristo fue en aumento hasta el punto de atribuirse su autoría
–erróneamente– al mismísimo Ventura Lirios. Su calidad artística dio pie a que
la talla fuera elogiada públicamente en la prensa local durante el cuarto
centenario de El Bosque en 1967 (véanse los núms. 2351 y 2367 del periódico
Béjar en Madrid) cuando se alude a la misma como una escultura “que posee mucho
valor”.
Después del desinterés que mostraron las
instituciones por la adquisición de este tipo de obras de arte, que ponen en
valor y dan sentido a los espacios arquitectónicos para los que fueron creadas,
se dio por perdido el Cristo de El Bosque. La sorpresa surgió cuando, a
mediados de 2010, se supo que la escultura se ponía a la venta en una galería
anticuaria de Madrid, donde ha sido restaurada y aún se encuentra a la espera
de comprador. A priori, y con la que nos está cayendo encima, parece
descabellado gastar dinero público en la adquisición de esta pieza y
recuperarla de nuevo para El Bosque, lejos de la situación actual de la capilla
vacía.
Desde la PDBB pensamos que este tipo de obras de
arte, aparte de su significado piadoso, son un activo valiosísimo en una futura
–y esperamos que no muy lejana– rehabilitación del Palacete y dependencias
anejas (Capilla, Caballerizas y Casa del Bosquero) por lo que su adquisición
pública puede, a corto o medio plazo, beneficiar al monumento y por extensión a
la proyección turística de la ciudad. Respaldamos su recuperación para el BIC,
de donde no debió salir nunca: el Cristo de El Bosque aún no ha expirado del
todo y merece algo más que una agónica venta a saldo que lo haga desaparecer
para siempre de la historia de nuestra ciudad.
PLATAFORMA PARA
LA DEFENSA DE EL BOSQUE DE BÉJAR
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