viernes, 12 de junio de 2015

La Plataforma por la defensa de El Bosque de Béjar denuncia el expolio del Cristo de la Expiración

ENTRESIERRASrd | La talla se encuentra apartada de su capilla desde 1999 y estaba en paradero desconocido hasta hace pocos años

© PDBB El desconocido Cristo de la Expiración de El Bosque de Béjar bien podría renombrarse como Cristo de la Expoliación, apartado de su capilla desde 1999 y en paradero desconocido hasta hace pocos años. Desde la Plataforma se propone reintegrarlo a su lugar de origen tan pronto lo permitan otras prioridades.

Es habitual que, durante las vistitas guiadas que desde hace años se vienen realizando en El Bosque, alguno de los asistentes pregunte por el estado del interior del Palacete y si este es visitable. Suponemos que, como en otros lugares y villas de características similares, se esperan encontrar un pequeño palacio con estancias y techos ricamente decorados y continente de alguna importante colección de obras de arte. No es descabellado pensar en estos términos, más bien parece lógico contemplar que el Palacete de El Bosque albergase otrora una pequeña colección de lo que los especialistas denominan como “Bienes Muebles”. La contestación al interesado es bien simple: el Palacete quedó como un erial –otro más– el mismo día de la adquisición pública del BIC allá por 1999 cuando se vació por completo sin que las instituciones compradoras –entre las que se encontraba el Ayuntamiento bejarano– sopesaran la posibilidad de incluir en la operación algunos de esos bienes muebles que, por su interés y calidad, merecieran quedarse in situ para el disfrute y beneficio del bien común. Este es el caso del Cristo Crucificado que presidía la antigua capilla de El Bosque, una magnífica talla de la escuela barroca castellana fechable en la primera mitad del siglo XVII (foto 1). La última vez que se vio al Altísimo habitar la capilla fue durante la visita que hizo a la villa Esperanza Aguirre en el verano de 1999 (entonces Ministra de Cultura con Aznar) con el fin de glorificar la adquisición pública del monumento.
La presencia de una capilla-oratorio en El Bosque se rastrea, al menos, desde 1583 cuando es citada en el documento de las obras de ampliación del actual Palacete llevadas a cabo por el maestro Rodrigo Alonso. Debía de ser una sencilla estancia sobriamente decorada de la que hasta la fecha poco sabemos; en el verano de 1592, durante las reformas de la fachada principal, se utilizaba “una arca bieja a manera de cajon donde se deçia missa, con quatro pies”. La actual capilla (aneja al Palacete por su fachada norte) es producto de las reformas que el industrial Cipriano Rodríguez Arias llevó a cabo tras la adquisición de El Bosque en 1869 (foto 2). Será entonces, y no durante la etapa ducal, cuando se documente la existencia de la talla que nos ocupa. Desde ese momento la capilla quedó bajo la advocación del Santísimo Cristo de la Expiración o la Agonía, tal y como reza la inscripción de la sencilla espadaña metálica alzada sobre la puerta principal, que lleva la fecha de 1871. En 1874 el Arzobispo de Sevilla concedió cien días de indulgencia a los devotos y fieles que rezaran el credo ante la imagen. Durante el siglo XX la reputación del Cristo fue en aumento hasta el punto de atribuirse su autoría –erróneamente– al mismísimo Ventura Lirios. Su calidad artística dio pie a que la talla fuera elogiada públicamente en la prensa local durante el cuarto centenario de El Bosque en 1967 (véanse los núms. 2351 y 2367 del periódico Béjar en Madrid) cuando se alude a la misma como una escultura “que posee mucho valor”.
Después del desinterés que mostraron las instituciones por la adquisición de este tipo de obras de arte, que ponen en valor y dan sentido a los espacios arquitectónicos para los que fueron creadas, se dio por perdido el Cristo de El Bosque. La sorpresa surgió cuando, a mediados de 2010, se supo que la escultura se ponía a la venta en una galería anticuaria de Madrid, donde ha sido restaurada y aún se encuentra a la espera de comprador. A priori, y con la que nos está cayendo encima, parece descabellado gastar dinero público en la adquisición de esta pieza y recuperarla de nuevo para El Bosque, lejos de la situación actual de la capilla vacía.
Desde la PDBB pensamos que este tipo de obras de arte, aparte de su significado piadoso, son un activo valiosísimo en una futura –y esperamos que no muy lejana– rehabilitación del Palacete y dependencias anejas (Capilla, Caballerizas y Casa del Bosquero) por lo que su adquisición pública puede, a corto o medio plazo, beneficiar al monumento y por extensión a la proyección turística de la ciudad. Respaldamos su recuperación para el BIC, de donde no debió salir nunca: el Cristo de El Bosque aún no ha expirado del todo y merece algo más que una agónica venta a saldo que lo haga desaparecer para siempre de la historia de nuestra ciudad.

PLATAFORMA PARA LA DEFENSA DE EL BOSQUE DE BÉJAR



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