miércoles, 1 de julio de 2015

El misterioso caso del escarabajo de Hondura

ENTRESIERRASrd | Domingo Sánchez Blanco, uno de los artistas de vanguardia del panorama nacional, trabaja en un proyecto de "arte total" en el pequeño municipio salmantino
Decía el poeta francés Paul Éluard que "existen otros mundos pero están en este". Seguramente un axioma similar a este es el que ha empujado al artista salmantino Domingo Sánchez Blanco a buscar otros mundos dentro de este, mundos que conecten a través del sentimiento, porque como bien dice, "el arte y la música son las únicas obras humanas que no entienden de fronteras ni de idiomas".

Sánchez Blanco es un artista consolidado, "dibujante en el espacio de frontera", como él mismo se autodefine. Y es en ese espacio fronterizo, el que delimita territorios y al mismo tiempo se define a sí mismo como "lugar de paso", donde este artista ha decidido instalar su genialidad.
Hondura de Huebra es uno de esos municipios de frontera. El pueblo se encuentra a caballo entre las primeras estribaciones de la Sierra de las Quilamas (que abren las carnes a la tierra para formar la monumental Sierra de Francia) y la dehesa del Campo Charro, ese mar de espuma de encina y tierra que parece yerma e ignota, como aquellos films de Technocolor en el que indios y vaqueros medían testosterona.
"Este pueblo es un atractor", comenta Sánchez Blanco. "Tiene 'algo' que atrae a artistas, aquí vienen en verano a pasar sus vacaciones y a conectar con esos otros mundos personas con una sensibilidad especial, desde poetas a metafísicos".
En este pueblo 'de frontera', de frontera entre dos mundos y dos formas de entender la ruralidad, que al mismo tiempo forman un todo, el antagonismo entre el hombre de la dehesa y el de la Sierra, en este lugar diminuto ha encontrado el artista su inspiración.
"Una inspiración que va más allá. Es la inspiración de la madurez. De crear, de conectar". Una inspiración que es a la vez una batalla y un desahogo.
El misterioso caso del escarabajo de Hondura
Aquí, en este retiro del mundanal ruido, pero con un oído puesto en el mundo, aislado pero "conectando", Domingo Sánchez Blanco ha puesto en marcha su último proyecto. Una "locura", pero una locura razonada, que es el motor que inspira la evolución humana.
A la busca de conectar este "mundo rural de comanches" con el resto de mundos, Sánchez ha ideado una obra grandiosa, diferente, fuera de lo común. "Desde siempre hemos tenido la idea de hacer algo único en este lugar. Primero fue el diseño de una torre. Luego surgió el proyecto… del escarabajo".
En un pequeño solar en el corazón del casco urbano de Hondura de Huebra, Domingo y su equipo se han puesto manos a la obra para crear una obra integradora: un edificio coronado por un gran escarabajo, una "cajita de arte y conexión entre los artistas", un lugar donde además se pueda vivir y, matiza con solemnidad, "de manera sostenible".
"La sostenibilidad es algo primordial", comenta orgulloso. "En todos los sentidos. Tiene que añadir valor al pueblo y al territorio sin aniquilar su esencia. Y tiene que ser útil. Yo podría crear aquí el edificio más lujoso del mundo, el más cómodo, el más transgresor y que luego no sirviera para nada. El arte tiene que servir para algo. Para inspirar. Para remover. Para sumar en todos los sentidos. El arte tiene que ser receptáculo del arte".
Con esta premisa, Sánchez Blanco ha conseguido una segunda "obra de arte", seguramente más importante que el propio edificio que ha diseñado y cuyos pilares ya comienzan a atisbarse entre un mar de puntales amarillos. La gran obra de aunar esfuerzos.
Esfuerzos llegados desde diferentes ámbitos y puestos "al servicio de la causa" de manera altruista. Empresas (de toda España, no solo de Salamanca) y personas que acudieron a la llamada del artista atraídos por la fuerza de su proyecto.
"Es un milagro", se confiesa Domingo casi en voz baja. "Para mí es el mayor éxito de esta iniciativa, que 25 empresas, algunas de ellas con proyectos a nivel internacional y por tanto totalmente consolidadas, hayan acudido a la llamada del arte por el arte. Es un auténtico milagro".
Un milagro, sin duda. En tiempos en que el peso del sentimiento se mide en balances de contabilidad, Domingo Sánchez Blanco ha conseguido que su proyecto sea un foco de atracción, solo con su experiencia, con la palabra y con el brillo de sus ojos cada vez que pronuncia esa palabra: 'Escarabajo'.
Al atardecer, tras una jornada de trabajo de sol a sol (en el más caluroso sentido de la palabra), sentado a la sombra de la terraza de su casa en Hondura junto a su hijo y su mujer, sonríe. Hoy le acompañan los constructores 'Domínguez y Manuel' y un trabajador de la empresa Sierra de Francia, S.L. que desde las siete de la mañana han trabajado en los cimientos de la azotea que acogerá las posaderas del escarabajo.
"Los empresarios que hemos apostado por este proyecto", comentan en mitad de la tertulia, "lo hacemos porque creemos en él, porque creemos en la simbiosis entre 'construir' y 'crear'. Nosotros construimos y necesitamos crear, Domingo crea y necesita construir".
Hay una mirada especial en todos ellos, una pasión que 'feromona' el ambiente. En todos ellos se atisba esa mirada de locura, de locura razonada, de quienes saben que "existen otros mundos pero están en este" y que solo hay que saber buscar para encontrar la idea, crear la forma y construirla.
El misterioso caso del escarabajo de Hondura se resolverá en los próximos tiempos. "Lo que tenga que ser será", comenta Domingo con la sabiduría de quien ya ha caminado esta senda. "Mientras tanto disfrutaremos de ello y nos sentiremos vivos".



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