jueves, 1 de octubre de 2015

La Quema del Puchero cierra las multitudinarias fiestas de Tamames

ENTRESIERRASrd | Vecinos y amigos de la localidad han disfrutado de seis días de festejos en los que se aúnan el ocio y la tradición local
La Quema del Puchero fue el acto final en la noche de ayer miércoles para echar al cierre a las fiestas de Tamames. Los vecinos de la localidad salmantina han disfrutado por todo lo alto de casi una semana de festejos en los que la tradición, las actividades para todos los públicos, el buen ambiente y la pasión taurina han puesto el broche a unas multitudinarias fiestas en honor al Santo Cristo del Amparo.
Como manda la tradición el gigantesco puchero, realizado este año por José María Lapeña, fue prendido en un acto que aúna la tradición y la historia de este municipio a caballo entre el Campo Charro y la Sierra. El puchero, y la alfarería en general, han sido el motor económico del municipio durante siglos, incluso entregando el cariñoso apelativo con que se conoce a los vecinos de Tamames: puchereros.
La Quema del Puchero supone un nexo de unión entre pasado y presente y de punto de mira hacia el futuro, una seña de identidad que en este pueblo mantienen viva aunque sea en modo lúdico-festivo.
La artesanía especial de Tamames
Según explica Ramón Grande del Brío en su 'Historia de la villa de Tamames' ya en 1750 había en Tamames ocho maestros, ocho oficiales y seis aprendices de alfarería. Destacados alfareros eran, allá por 1950, don Bruno García y don Antonio de Santiago Sánchez, además de Francisco y Andrés García, quienes han continuado practicando el oficio hasta hace unos años.
Aunque en otros puntos de la provincia de Salamanca también se ha venido manteniendo, hasta épocas recientes, la actividad alfarera, ha sido en Tamames donde ésta ha alcanzado, en determinados aspectos, mayor renombre. Así, por ejemplo, era únicamente en esta villa donde se practicaban dos coceduras. La primera de ellas iba destinada a templar la loza; después de vidriarla con sulfuro de plomo, se procedía a la segunda operación, que al igual que la anterior, se realizaba en unas tres o cuatro horas. En la primera cocción, se utilizaban tres cargas de roble; en la segunda, un carro de brezo
Los productos que salían de los hornos alfareros de Tamames eran cazuelas, ollas, cántaros, barreñones, caloríferos, calvocheros, algunas tuberías, y, sobre todo, pucheros y artículos de juguetería. Cuando algún cacharro se agrietaba, se decía que estaba bramao; entonces, para curarlo, se recurría al empleo del cerute de las orejas de los burros, sustituido más modernamente por el sebo colorado. La operación de curar los cacharros corría a cargo de las alfareras.
La loza fabricada por los alfareros de Tamames llegaba hasta Salamanca, Alba de Tormes, Peñaranda, Sierras de Francia y Béjar, partido de Ciudad Rodrigo, comarcas zamoranas de Aliste y Sayago, diversos puntos de la provincia de Valladolid, algunos otros de Cáceres, y también de las tierras abulenses de El Barco.

Fotografía : Luis de Arriba Serrano / Juanjo Luis Gallego



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