ENTRESIERRASrd | El
Terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755 cambió la historia de Europa en
unos instantes; aquella jornada se recuerda en Salamanca como "el día en
que las campanas tocaron solas"
(1 de noviembre de 1755) …entonces las
campanas comenzaron a tocar solas. Como un juguete de madera expuesto al antojo
de un niño, el campanario de la torre de la iglesia de La Alberca tembló sobre
sus pies graníticos; los sillares comenzaron a crujir y José pensó que la
estructura no resistiría el arrebato.
Aún así solo podía pensar en el sonido
ensordecedor de las campanas que tocaban solas activadas por la poderosa mano
de Dios. Esparcidas las castañas y las brasas por todo el recinto del
campanario, José intentó arrepentirse de todos los pecados pero no llegó a
recordar ninguno pues su cabeza solo podía recordar la maldita frase que lo
perseguía. Un muerto no descansa hasta
que le cierran los ojos. ¿Quién les cerraría los ojos a todos si aquello
era el fin del mundo?
Luego los temblores y las campanas dejaron
de revolverse pero su eco se resistió a desvanecerse. De todas las partes
llegaban gritos desesperados. Alguien gritó desde el empedrado:
- ¡Dios Santo! ¡La iglesia se ha partido
en dos!
No era desacertada la observación, aunque
sí algo exagerada. En la parte trasera de la nave, sobre la esquina que da al
Solano Alto, una enorme grieta había descoyuntado el edificio. José, fascinado
por el eco de las campanas de toda la Sierra que hasta allí llegaba manejado
por el viento, acarició suavemente el metal que tenía ante sí. Pensó, aclarando
el pensamiento al calor de las brasas, que tal vez en verdad fuera este el día
del Juicio Final y que todas las campanas de la tierra sonaban al mismo tiempo
mientras una voz lejana desde las Alturas gritaba:
- ¡Va por los hombres!
…
DE "LA MONTAÑA DORADA", Raúl Rentero Mateos
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