domingo, 1 de noviembre de 2015

"Un muerto no descansa hasta que le cierran los ojos"

ENTRESIERRASrd | El Terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755 cambió la historia de Europa en unos instantes; aquella jornada se recuerda en Salamanca como "el día en que las campanas tocaron solas"
(1 de noviembre de 1755) …entonces las campanas comenzaron a tocar solas. Como un juguete de madera expuesto al antojo de un niño, el campanario de la torre de la iglesia de La Alberca tembló sobre sus pies graníticos; los sillares comenzaron a crujir y José pensó que la estructura no resistiría el arrebato. 

Aún así solo podía pensar en el sonido ensordecedor de las campanas que tocaban solas activadas por la poderosa mano de Dios. Esparcidas las castañas y las brasas por todo el recinto del campanario, José intentó arrepentirse de todos los pecados pero no llegó a recordar ninguno pues su cabeza solo podía recordar la maldita frase que lo perseguía. Un muerto no descansa hasta que le cierran los ojos. ¿Quién les cerraría los ojos a todos si aquello era el fin del mundo?
Luego los temblores y las campanas dejaron de revolverse pero su eco se resistió a desvanecerse. De todas las partes llegaban gritos desesperados. Alguien gritó desde el empedrado:
- ¡Dios Santo! ¡La iglesia se ha partido en dos!
No era desacertada la observación, aunque sí algo exagerada. En la parte trasera de la nave, sobre la esquina que da al Solano Alto, una enorme grieta había descoyuntado el edificio. José, fascinado por el eco de las campanas de toda la Sierra que hasta allí llegaba manejado por el viento, acarició suavemente el metal que tenía ante sí. Pensó, aclarando el pensamiento al calor de las brasas, que tal vez en verdad fuera este el día del Juicio Final y que todas las campanas de la tierra sonaban al mismo tiempo mientras una voz lejana desde las Alturas gritaba:
- ¡Va por los hombres!

DE "LA MONTAÑA DORADA", Raúl Rentero Mateos
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