jueves, 10 de diciembre de 2015

Cepeda vuelve a sus orígenes gracias a la Matanza Tradicional

ENTRESIERRASrd | La localidad serrana disfruta de un día de tradición gracias a una celebración vecinal que este año alcanzó su quinta edición
Nosotros, congregados, extrañados, paso a paso, por senderos soterrados, aventuramos el misterio de la luz. Así insurgimos : éramos pequeños, pero,  en multitud. (Aldo Oliva)
Olor y sabor a tradición. Eso es lo que ofrece el municipio serrano de Cepeda en su día a día, y más, si el día en cuestión trae folklore de matanza y alegría. El pasado sábado los cepedanos rindieron tributo a los viejos ritos, que no eran otros, y lo siguen siendo, que los de ir viviendo al compás del tiempo y poner a cada calendario su oficio.
La vieja plaza de Cepeda, ágora abierto de la Sierra, fue el escenario de una nueva interpretación, sin los apuros de antaño en que la matanza era asidero para la supervivencia, de la tradición más arraigada, como es la de poner alimento en el estómago y en la alacena de invierno.
La quinta edición de la Matanza Tradicional en Cepeda volvió a congregar a amigos y allegados del municipio serrano en torno al folklore de este día. Sacrificio, chamuscado, despiece… con degustación de dulces típicos y aguardiente, todo como manda el ritual, y mucha alegría y algún que otro despunte que no quiso presenciar la primera enmienda. Los niños, para evitar la molestia, mandados a jugar a la ronjea en una mañana donde los trajes típicos, trajes de color y tiempo, volvieron a escapar de baúles y buhardas.
El día de la Matanza era día de fiesta, de familia, de amigos y de buena vecindad. Día de sentarse a la mesa, a descansar de la faena y degustar las probaduras. Mesa con patatas con carne y parrilla a fuego lento, para hacer tiempo en contarse las cosas o en hacer otros calendarios, como entonces, cuando una matanza servía para apalabrar otras.
El calderillo nocturno echó la cancela a la jornada en una fiesta que volverá, siempre que haya marrano de turno y ganas de volver a lo que somos. Lo decía Aldo Oliva, el poeta argentino, a tantas leguas y años de distancia, cuando exclamó aquello de "Calma, somos pocos, cada cual con su faca, cada cual con su cintita, para que, reconociéndonos, nos reconozcan".



SÍGUENOS EN FACEBOOK

No hay comentarios:

Publicar un comentario