jueves, 3 de marzo de 2016

Fuentes del olvido...

Gloria era el verte correr entre carrizos y pastizales,
¡mírate!, ahora a duras penas de las entrañas naces.
¡Oh, agua! tú llegada exhausta, la fuente aguarda;
 precursora de pilas bautismales,
de caños herrumbrosos en ágoras silentes,
sedientas de bullicio, calladas, olvidadas en el tiempo,
sin corros ni algaradas, alrededor
ni el goce volandero de los pájaros se escucha,
ni sus abluciones diarias.
Atrás quedan los cánticos, los aguardos y sus cuitas,
los encuentros, arrieros al despuntar el alba.
Sin porte regio, ni digna de una aljama,
testigo mudo ¡cuánto callas!
No dejaste que el porcellino en tú seno se aliviara,
convirtiera en figura broncínea, sombra épica a tu lado,
rechazaste su custodia aguerrida, la grata compañía;
Moisés con su vara, hubiera apagado vuestra sed.
¡Ahí te ves! consumida en tu propia decadencia.
Sólo un tímido bisbero, apesadumbrado, amargo,
quejido agónico, ahogado entre zarceras y secarrales,
te alarga la monótona soledad.

                                                                  ALBERTO PAREDES

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