jueves, 19 de mayo de 2016

Días de escuela en Las Veguillas

ENTRESIERRASrd | "Utilizábamos un solo libro, la famosa Enciclopedia Álvarez que contenía todas las asignaturas y cuyas últimas ediciones eran en color"
© José Hidalgo García (a través de Pueblo Las Veguillas) Nuestra escuela, en Las Veguillas de los 60, era un edificio amplio dentro de un entorno natural lleno de pájaros, árboles forestales y frutales, varios chopos altos por el centro, un gran campo de deportes y un pluviómetro que por entonces instalaron en una esquina para medir las precipitaciones.

Había dos entradas anchas con muros de ladrillo frente a cada escuela; y una oficina que el Secretario D. Ricardo utilizaba. También existían inconvenientes; igual que casi todas las escuelas, no tenía calefacción y en los días más fríos de invierno había que dejar el abrigo encima o alguna vez utilizar una braserilla que colocábamos bajo el pupitre. En los pupitres había un tintero de china blanco para escribir, hasta que llegaron los conocidos bolígrafos BIC. Utilizábamos un solo libro, la famosa Enciclopedia ÁLVAREZ que contenía todas las asignaturas y cuyas últimas ediciones eran en color. Nuestros queridos maestros eran D. Eugenio y Dª Bernarda, grandes personas de los que aprendimos muchas cosas.
Acostumbraba D. Eugenio con cierta frecuencia a escribir una carta a su entonces novia, y que luego nos pedía llevar al buzón de correos. Un día fui a llevar la carta personalmente y frente a la iglesia, junto a la fila de casas adosadas había un regato entonces sin alcantarillar, por el que en época de lluvias corría el agua rápidamente. En un descuido la carta cayó al agua y empezó a deslizarse regato abajo. Me precipité unos metros detrás de ella para evitar que entrara en la zona alcantarillada, cerca de la tienda del Sr. Matías, y conseguí recuperarla.
Pero aquí empezó el problema. Al contacto con el agua la tinta se había extendido y la dirección aparecía muy borrosa. El dilema era qué hacer con la carta ya que casi era ilegible. Finalmente para cumplir el mandato y resolver el conflicto decidí enviarla; atravesé la plaza, me dirigí a casa del Sr. César 'El Correo' y la eché en el buzón del portalillo de su casa.
Nunca supe si la carta en cuestión llegó a su destino o no. Intuía que sí porque no se me preguntó por ella posteriormente, y lógicamente, por mi parte no di explicación de los avatares de aquella carta desde que fue escrita hasta llegar al buzón.



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