ENTRESIERRASrd | Traemos
hoy una mirada especial, y algo febril, de este rincón de Cabezuela como
muestra de la España de otros tiempos
©
Ricarco Pedro García Martín Esa fuente de Cabezuela de Salvatierra, a la que
actualmente afluyen vecinos y foráneos a buscar agua, guarda en su historial
hechos que pocos conocen.
A mediados del siglo XX esta pequeña localidad
solo estaba comunicada a pie o con caballerías, se carecía de carretera, sus
calles no estaban asfaltadas, carecía de luz eléctrica, teléfono y agua
corriente, así como de las más mínimas normas de higiene, como el control de
sus aguas.
Son limitados los vecinos conocedores de la
leyenda de la fuente, pero quienes poseemos la mala suerte de habernos
afectado, nunca olvidaremos aquel mes julio del año 1950 que pasé en cama, con
una hipertermia corporal superior a 40º. Fuimos varios los afectados que
estuvimos al borde del precipicio y solamente la suerte nos libró de él.
"Fue el médico quien descubrió que la
fuente era el foco"
Era el único manantial de agua potable que había
en el pueblo, estaba cubierta con bóveda de piedra de pizarra y cal, una puerta
en el frente y un corralillo que había que franquear para llegar a la cancela
por donde se extraía el agua.
Un cubo con soga era el ingenio que se utilizaba
para sacar el agua de la fuente, colmando con él los cántaros para trasegarla.
La que caía al llenar los cántaros, salía a la fuentilla que había a escasos
metros.
De manera involuntaria una pequeña cantidad de
agua de la que se esparcía al sacar el cubo, regresaba a la fuente, arrastrando
impurezas que a simple vista no se observaban.
Por las calles transitaba toda la cabaña del
pueblo, soltando gran cantidad de inmundicia sobre la que pisaban los
transeúntes, entre ellos los que iban a buscar agua a la fuente, llevando
adheridos al calzado, residuos y bacterias que parte terminaban en el
manantial.
La escasa pulcritud de algunos vecinos, hacía
que el cubo que llevaban para sacar el agua, en ocasiones fuera el que momentos
antes había utilizado para dar de beber a la vaca, el burro, el cerdo o
cualquier otro animal doméstico. Lo enjuagaban tirando el agua, después de
meterlo sucio en la fuente.
Después de varios años con las fiebres
tifoideas, fue el médico de la localidad quien descubrió que la fuente era el
foco, llevando al entonces Alcalde a instalar el actual sistema para extraer el
agua, erradicándose totalmente dichos brotes.
Como afectado y con el recuerdo de otros que ya
no lo pueden hacer, quisiera que este relato sirva de reconocimiento y homenaje
al Médico que localizó el foco y al Alcalde que tomó las medidas que terminaron
con las fiebres.
Moraleja.- Para el pasado no
olvidar, constancia ha de quedar.
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