miércoles, 29 de junio de 2016

Desierto de vida y música callada

ENTRESIERRASrd | Una mirada al Monasterio de San José de Batuecas, habitado por frailes carmelitas
Cuando hablo de cosas importantes con amigos, a veces sale a relucir el desierto carmelitano San José de Batuecas. “¿Desierto?” –me preguntan. Entonces aclaro que no lo es como el Sahara. Al contrario, éste está en un valle muy verde, lleno de vegetación y vida, con un lindo río. Les digo lo que me contó el P. Ramón, que hace siglos los comarcanos de la región aseguraban que en el valle había seres extraños, duendes y trasgos. En fin, seres de musgo y liquen más que de dunas. Se fueron al llegar los santos ermitaños. Además, el río se bifurca en dos brazos, que rodean los edificios, de modo que dondequiera que estés, si afinas el oído, puedes oír su “música callada.” Juan Yennis, carmelita de San Antonio, Texas.
Acostumbrados como estamos a que nuestros conventos y monasterios sean pasto de los montes y protagonistas de listas rojas sobre patrimonio, a veces es bueno escuchar a los últimos moradores de alguno de nuestros lugares sagrados. Más allá de la fe, o de la creencia (o de la decepción que algunos se llevan por encontrarse estos lugares habitados y por tanto cerrados al público) es bueno escuchar el latido de los que moran en estos parajes solitarios.
Aquí se reproduce un extracto de la entrevista al Padre Ramón, Carmelita del Santo Desierto de San José de Batuecas. Desierto de vida y música callada.






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