jueves, 12 de enero de 2017

El verdadero ecologismo

ENTRESIERRASrd | Una mirada a la viejas tradiciones de los vaqueros que aún perduran, con salvedades, en los pueblos de la comarca
Extrañando viejas veredas, aún paseando por nuestra comarca podemos encontrarnos imágenes de otros tiempos, de ganado "arreado" a vara, silbido y coche escoba.
El oficio del vaquero es, sin duda, uno de los más antiguos de la humanidad. A tal punto que, en zonas rurales como la nuestra, aún persiste como moneda de futuro, aunque las sendas y el barro hayan sido sustituidas por el asfalto.

"Cada mañana el primer oficio del vaquero era ir al portal, casilla o corral, a echar la pastura o "apajar" a las vacas. Mientras ellas comían esa mezcla de paja y pienso, también el vaquero lo hacía, almuerzo de embutido y vino que es como la sagrada misa del día a día. Luego se sacaban las vacas y se arreaba hasta el prao"
Por la tarde todos salían de nuevo al campo, en la mayoría de ocasiones, ya acabada la escuela, acompañados por los muchachos "para que vayan aprendiendo el oficio". Las vacas volvían a casa. Bien sabe quien se crió entre estos animales, que en realidad no les hace falta vara ni guía, que ellas solas son capaces de volver al corral a la hora indicada.
Otra vez la misma faena. Pastura y revisión, para buscar parásitos que no debieran andar por las pieles. Un día tras otro, un invierno tras el siguiente, las vacas y los vaqueros traían la misma vida sencilla, a casa a dormir, al prao de buena mañana. Y en verano, "la viceversa". Cuadra para el día y así evitar la picada de la mosca. Por la noche para el campo. Y en el entretanto, la fábrica bien puesta a recaudo. No sólo la de la leche o los solomillos. También la de otro tesoro menos glamuroso: el "vicio", también conocido como estiércol.
El estiércol, que siempre fue aroma de estas tierras y bandera de narices mohínas para los que venían de la ciudad, servía para "estercar" los huertos y las tierras de labranza. Abono de primera. Y natural. Ahí, se entiende, nació la agricultura ecológica. La verdadera.

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