lunes, 19 de junio de 2017

…estos momentos de actividad pasajera…

ENTRESIERRASrd | Una mirada a la histórica estación de tren de Béjar desde la novela 'Los Hijos de Qerma'
Apenas en un suspiro, el que medió entre las vaharadas de humo lanzadas por la locomotora al aire nebuloso de la ciudad, el andén se llenó de una marabunta de gente variopinta. Camineros, marchantes, banqueros, cobranzas que venían detrás de alguna deuda, algún oriundo que regresaba a casa y otros tantos viajeros que llegaban con sus mejores galas en busca de trabajo.  

Tal si un niño hubiera vaciado de golpe su estuche de lápices de colores sobre el pupitre, así se llenó el andén de la estación y en un santiamén, como los dedos que se entrecruzan, los vagones descargaron la mercancía humana y fueron completados casi al instante por otros tantos que marchaban al sur, a Extremadura o Andalucía, después de hacer negocios en la ciudad salmantina. 
En el mismo suspiro, el del agudo silbido del guardagujas, el tren partió con ese chasquido de abuelo achacoso al que le cuesta incorporarse del escaño. La estación de tren de Béjar, vértebra de la gran espina dorsal de la Vía Férrea de la Plata, vivía exclusivamente para estos momentos de actividad pasajera. (Marzo de 1910)








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