viernes, 27 de octubre de 2017

El camión de las naranjas

ENTRESIERRASrd | Una mirada a las épocas de escasez que "condicionaron el carácter de nuestras vidas como personas"
© Marcos Martín - Pataloso Blog En un instante de revelación de los momentos de mi infancia me vino a la memoria el recuerdo de un acontecimiento que se dio en este pueblo entre los años de 1.942 y 1.945. Parece un acontecimiento original, pero propio de aquellos años.

En los años citados durante el periodo de recolección de las naranjas, venía un camión de Valencia, cuyos rasgos físicos los recuerdo con toda nitidez : El camión era marca Mercedes Benz, con carga máxima de 10.000 kilos. Aquel camión siempre paraba junto a la casa parroquial.
Como en aquellos años era raro ver ni coches ni camiones, a los niños nos parecía aquel camión un gigante pues era igual de largo que toda la fachada de la casa parroquial.
Siempre venían en el camión dos hombres, que dormían en la cabina pues en aquellas fechas en los pueblos pequeños no había albergues para alojar  a los viandantes.
Siempre permanecían en el pueblo dos días.
La misión de su venida al pueblo era la venta de naranjas por el sistema del trueque. " Lleno por lleno " se decía en Cereceda
En este pueblo todos los vecinos eran cosecheros de patatas y con este sistema de compra en todas las casas se comían naranjas.
Los hombres de hoy, que fuimos los niños de aquellas fechas e igualmente las niñas, gracias a aquellas personas pudimos comer naranjas en nuestra infancia.
Tal era el hambre de fruta que padecíamos, que yo recuerdo que, cuando comía una naranja, al morderla, lo primero me comía toda la cáscara, y después la naranja.
Los niños y las niñas a ese camión lo llamábamos " el camión de las naranjas. " Su llegada nos producía una gran alegría, porque sabíamos que durante varios días íbamos a comer naranjas.
Los hombres y las mujeres de hoy, que fuimos los niños y las niñas de ayer, las carencias que padecíamos de toda clase, ante tanta adversidad, de alguna manera condicionaron el carácter de nuestras vidas como personas. Las carencias padecidas en nuestra infancia, nos hicieron ser personas más resignadas, y nos enseñaron a aceptar los infortunios que la vida nos trajera.
A los niños y niñas de hoy, de las naciones prósperas les deseo mejor suerte que la que nosotros tuvimos en nuestra infancia, y, que sean solidarios con las personas de su joven edad de los países subdesarrollados.
Cuando veo a esos niños de países subdesarrollados siento gran pena, ya que mi infancia tuvo connotaciones parecidas. El trabajo y el esfuerzo de nuestros padres y el nuestro desde niños, han conseguido el bienestar que hoy disfrutamos en España.
Gracias a las patatas de Cereceda, los hombres y las mujeres  de hoy, que todavía gracias a Dios vivimos, y que fuimos los niños y las niñas de aquellas fechas, pudimos comer naranjas en nuestra infancia.
Esto me hace pensar que en aquellas fechas en Valencia no se sembraban patatas, y por esa razón estos señores se ganaban la vida vendiendo aquí naranjas y allí patatas. Además en aquellas fechas no existía la exportación de naranjas al extranjero, y, a su vez, era notorio que el pueblo de Cereceda era un gran productor de patatas.
Este último dato hoy, con todos los huertos o casi todos abandonados, parece increíble.

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