ENTRESIERRASrd | La localidad de Valdelacasa se convirtió
este sábado en parada del proyecto de convivencia comarcal ‘En tu pueblo y en
el mío’
La localidad de
Valdelacasa, enclavada en el corazón de Entresierras y parada de peregrinos que
buscan la guía compostelana “del sur”, dio la bienvenida este sábado, 2 de
junio, a los peregrinos comarcales como nuevo destino del proyecto de
convivencia comarcal ‘En tu pueblo y en el mío’.
Una jornada marcada por
el buen ambiente, el de los participantes y el del día primaveral que quiso
enmarcar la visita. De la mano, como es habitual, de los propios vecinos del
municipio los participantes pudieron conocer y disfrutar de primera mano los
tesoros históricos, paisajísticos y etnológicos de la localidad. Desde el paseo
a la Cruz de la Tarihuela, mirador desde el que puede entenderse aquel topónimo
que dieron hace 30 años a estas tierras, “Entresierras”, con vistas a las dos
grandes sierras salmantinas, o la Peña del Pico, guardianes ambos, Pico y
Tarihuela de los devenires de este pueblo salmantino.
Una visita al casco
urbano, por supuesto donde no faltó la visita a la Iglesia Parroquial (de la
Misericordia) o a la no menos hermosa ermita de San Antonio.
Y en una visita a
Valdelacasa no podía obviarse su tradición más arraigada y que ha dado fama al
pueblo: el de sus artesanos, cuyos nombres resuenan, a la voz de la profesión,
en los pueblos de la comarca. Narciso, el hojalatero, Diego y Cándido, con su
puesto de ropa, los esquiladores que cada año en marzo recorrían los pueblos
esquilando los burros o Camilo quie recogía las pieles de los animales y las
disecaba… Y algún otro que, perdonen el desliz, seguramente se queda en el
tintero digital.
Además de la familia
Morales, herreros de Valdelacasa, que
siempre tienen las puertas abiertas para todos aquellos que quieran conocer su
trabajo. Durante la visita los artesanos metálicos deleitaron a los
participantes con una demostración, afilando una reja, tan usada por los
labradores, unas herraduras para los animales, dejando un detalle para la
posteridad, con la entrega de una chapa con el lema de este proyecto.
Y tampoco faltó un guiño
a la historia que siempre se contó al amor de la lumbre, la de los dos
enamorados que por amor cayeron a un pozo con una estilla clavada.
La comida volvió a ser,
como siempre, punto de encuentro de amigos, donde el diente comparte alegrías,
a base de cerezas de Toñi llegadas de Garcibuey, el calostro de Isabel, el vino de Carlos, el bollo de Casilda, el queso fresco de
Teresa y tantas y tantas cosas ya conocidas y saboreadas que son en sí mismas, dignas
de una cita. Los anfitriones tampoco quisieron dejar pasar la ocasión para
convidar a un dulce tradicional de la localidad, como son los pestiños. “Gloria
bendita”, cuentan las bocas.
El broche final lo puso
el gran cantante, Carlos, al que unió voces Ángel Iglesias, un joven de Valdelacasa
para pintar de baile y canciones el final de velada.
Agradecimientos
En esta ocasión, como siempre, queremos
dar las gracias a los organizadores de esta inolvidable jornada de convivencia,
en especial a Enriqueta Sánchez y su familia que fueron los encargados de abrir
las puertas, de par en par, del ya más conocido Valdelacasa.
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