sábado, 13 de octubre de 2018

La petaca


ENTRESIERRASrd | Una mirada a uno de los viejos símbolos que va cayendo en desamparo: el tabaco de liar y su artesanía
En esto también han cambiado los tiempos. Porque si antaño era signo de madurez, y hasta de virilidad, hoy el fumador, y su humeante vicio, va siendo arrinconado a golpe de leyes y (en muchos casos) de rechazo social.

Pero antes la petaca era símbolo de distinción. Siempre iba, como un elemento indisociable, en el bolsillo de la chaqueta de pana, allá en invierno; o en verano, en el chaleco.
Pero siempre a mano, no vaya a faltar el cigarrillo en el momento más inoportuno, que puede ser cualquiera y pedir tabaco nunca fue bien visto del todo. “El tabaco se ofrece pero no se pide”.
Y también esto, a pesar de los pesares, tenía su manufactura. Y su arte.
Junto a la petaca, no faltaba el mechero de mecha y la “cajina” de libritos para enrollar el cigarro.
De esto también habrá que aprender la lección. Porque entonces no hacía falta reciclar. Todo era reutilizado y jamás se vio en nuestros pueblos una cajetilla de Ducados o de Bisonte “tirada por los suelos”. Porque ahí estaba la petaca, lista con tabaco picado, porque “no hay más bonito momento que echar un cigarro con otro, con el vecino, con el amigo, con el que pasaba por la puerta que venía de arar el huerto y entre sudor y sudor qué mejor que sacar la petaca, liar un cigarro (dos en este caso) mientras contaban las peripecias”.
Era el descanso del cigarro, que siempre era excusa y viceversa.
También por esta zona, habrá que confesar a media voz por lo del estraperlo, algún huertino que otro fue sembrado de tabaco, cuidado por la mujer que iba casi a diario a regar para que no faltara argumento en la petaca…

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