domingo, 13 de noviembre de 2011

Vidas robadas : “No abra jamás la caja de cartón”

Clodoaldo Martín tenía poco menos de 30 años cuando llegó aquel 9 de marzo de 1967 al Hospital Provincial de Salamanca. Este agricultor de Linares de Riofrío, cuya primera hija acababa de morir en el centro sanitario, recibió una caja de cartón cerrada con celo. En su interior, supuestamente, iba el cadáver de su bebé de cinco días. "No merece la pena hacer entierro", le explicaron en el hospital. "Resulta muy caro. Entregue la caja en el cementerio junto con este sobre y que la entierren como si fuera un feto. Pero no la abra jamás". Y Clodoaldo obedeció y no volvió a mencionar lo ocurrido. Pero cuarenta años después, aquella historia tomó un giro inesperado y sorprendente: su hija se presentó en el pueblo preguntando por él.

María Carmen Calvo y Clodoaldo Martín eran en 1967 una joven pareja a los que la vida sonreía. El 5 de marzo, ella, embarazada de casi ocho meses, se preparaba para dar a luz en Linares. Pero el médico de la localidad no estaba, por lo que tuvo que ser atendida por un doctor que veraneaba allí y que trabajaba en el hospital provincial. El bebé nació sin problemas y pesó 2,8 kilos. La madre, alegre con su hija, se sorprendió cuando el doctor le anunció que "la niña estaba mal y había que llevarla urgentemente al hospital". "En aquella época te creías todo lo que te decían. No preguntabas. Solo obedecías, pero yo no entendía las razones para ingresar a la niña: la veía muy bien. Sí, se quejaba un poco, pero nada raro para un recién nacido. No sé por qué obedecí".
Clodoaldo Martín y M.del Carmen Calvo, en una
fotografía de los años sesenta
Un día más tarde -a pesar de la supuesta urgencia- el médico ordenó el traslado y la niña fue llevada a Salamanca. "Era absurdo lo que decía: decía que era urgente y que la niña estaba muy mal, pero tardó un día en llevársela. Y lo peor, que yo no podía ir porque no me convenía. Pero yo estaba bien. Que ya me avisaría cuando mi hija mejorase. Y obedecí", se lamenta Carmen.
El padre, acompañado de sus primos, trasladó finalmente a la pequeña al hospital provincial. Poco después de llegar, los facultativos ordenaron a Clodoaldo y a sus familiares que se volvieran al pueblo. "Ya les avisaría". Y estos obedecieron. Dos días después, el 8 de marzo, recibieron una llamada: el bebé había muerto repentinamente y era necesario que se hiciesen cargo del cadáver.

Al día siguiente, en el primer autobús, el padre salió hacia el hospital. "El pobre tuvo que coger el coche de línea. Cuando llegó al hospital, le entregaron una caja de cartón cerrada con celo en la que, supuestamente, estaba el cadáver de mi hija. ¡No lo abra. Es un feto! Solo entréguelo en el cementerio y que lo entierren. Y mi marido obedeció", recuerda María del Carmen. "Siempre pensé que nos habían engañado, que allí no había nada".
Y con esta duda en su interior, fueron pasando los años. María tuvo cuatro hijos más, cambió de domicilio, emigró a Francia y volvió a España. Se estableció en Logroño, donde ahora vive, pero nunca olvidó a aquella hija enterrada en una caja de cartón. Sin embargo, hace cuatro años todo cambió cuando una pareja de desconocidos se presentó en Linares de Riofrío. La mujer, de unos 40 años, preguntó por Clodoaldo. "Es mi padre y lo estoy buscando", dijo. Los vecinos le indicaron que este y su mujer hacía años que habían abandonado el pueblo, pero que tenían unos primos en la localidad que les indicarían dónde podían hallarlos. Pero ese día, los familiares de María no estaban en casa. La pareja no dijo nada más, se marchó y nunca más volvió.

Cuando María del Carmen se enteró de lo ocurrido comenzó una enloquecida búsqueda de su hija. Se ha adherido a varias redes sociales y se maneja con soltura en Internet. "Fui al hospital provincial a pedir los datos de mi hija. Pero allí no hay nada. Acudí al cementerio a buscar el cuerpo. Pero allí tampoco había nada. Fui al Ayuntamiento y al Registro Provincial, pero tampoco consigo una respuesta. No hay nada. Es imposible". Calvo, a través de una asociación de afectados, ha pedido a la fiscalía y al juzgado que le ayuden a encontrar a su hija. "Pero todavía no me han respondido".
Carmen duda ahora. No quiere hacer público el nombre del médico que le atendió. Alguna vez se lo ha encontrado casualmente y se han saludado. "No puedo acusar a nadie. No tengo pruebas", dice. "¿Y por qué no se lo pregunta la próxima vez que le vea", le piden. "Pues porque solo tengo sospechas y no quiero que destruya nada, si es que existe algún papel. Mejor así. Yo solo quiero ver a mi hija y decirle que nosotros nunca la vendimos ni la entregamos, que lo único que nos dieron fue una caja de cartón cerrada con celo y que nosotros obedecimos".

Reportaje publicado en El País

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