jueves, 15 de mayo de 2014

El día que la Virgen de la Peña de Francia obró el milagro de las ondas

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El próximo 28 de junio se cumplen los 50 años de vida del repetidor de televisión de la Peña de Francia, un centro emisor estratégico para las telecomunicaciones en España. Además de la señal de las principales cadenas, desde esta plataforma se coordinan otras comunicaciones de carácter estatal.
En este medio siglo de vida, el “pirulí” plantado en lo más alto de la Sierra ha sido testigo de la evolución de las comunicaciones en la zona, que han pasado de ser analógicas a digitales.
La altura del poste, más de 1.700 metros, permitió a Retevisión (escisión de Radiotelevisión Española) y ahora Abertis y Auna distribuir la señal televisiva al centro de la península. Asimismo, este centro transmisor de telecomunicaciones es utilizado para el ‘rebote’ de la señal de cadenas de otras autonomías, incluso de Portugal.
Este repetidor es, básicamente, en su estructura interna, un dispositivo electrónico que recibe una señal televisiva débil o de bajo nivel y la retransmite a una potencia o nivel más alto, de tal modo que se puedan cubrir distancias más largas sin degradación o con una degradación tolerable.

En primera persona

Hasta aquí los datos pero qué mejor testigo y homenaje que dar la palabra a los vecinos de Lagunilla, en voz de Juan Antonio, vecino de la localidad que recuerda con cariño los tiempos en que se instaló el repetidor de la Peña.

“En 1956 la televisión española comenzó a emitir con regularidad. A Lagunilla, como a toda la provincia de Salamanca, Cáceres y parte de Ávila, las emisiones llegaban a través de la antena ubicada en la Peña de Francia a más de 1700 metros de altura.
Recuerdo cuando era niño y en Lagunilla queríamos ver la televisión los sábados o domingos, íbamos a casa de una tía de mi madre que se llamaba Juana, era hermana de mi abuela Valentina, y estaba casada con Antonio (entonces juez del pueblo). Allí pasábamos un buen rato viendo los programas infantiles de la tarde, aunque la mayor parte de las veces la emisión se veía con interferencias, una veces por tormentas, otras por el calor, otras por el viento, la cuestión es que llegaban las imágenes con cierta precariedad, pero era la única forma de ver algo de televisión.
Las antenas en las casas se orientaban a la Peña de Francia y cualquier deficiencia en las alturas de la sierra repercutía en las escasas televisiones existentes en el pueblo y, por si fuera poco, no existía la posibilidad de orientar las antenas en otra dirección. No existían parabólicas ni satélites y la antena de la Bola del Mundo en Navcerrada quedaba lejos y las señales chocaban con las montañas de la Sierra de Béjar. Solo había una cadena y era en blanco y negro; años más tarde se empezó a emitir en UHF y la recepción algo mejoró.

¿Quién no se acuerda de aquellos primeros años de la televisión?”

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