
Desde primera hora, los socios organizaron el escenario en la plaza para que todos pudieran ver cómo es el sacrificio, chamuscado y despiece de tan noble animal. Mientras tanto, las mujeres, ataviadas con ropajes de sus madres y abuelas, se encargaron de preparar unos 120 kilos de patatas meneás, sus torreznos y chichas, que se repartieron entre los cientos de vecinos y visitantes que acudieron a presenciar esta celebración. A lo largo de la mañana tampoco faltaron el aguardiente, el vino y los dulces con los que se obsequió al público
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