
La matanza de la villa comenzó sobre las doce del mediodía y se extendió hasta la tarde, con la presencia de medio centenar de personas, entre familiares, amigos y visitantes. Para comenzar se ofreció a los presentes perrunillas y aguardiente, al que siguieron un poco más tarde las típicas chichas y chorizo a la brasa, que se asó al mismo tiempo que los matarifes comenzaron con el sacrificio. Los expertos iban explicando a los visitantes el proceso de matanza. A medida que se despiezaba el cerdo, se indicaba el uso de cada una de las partes. Una vez finalizado el proceso de matanza, los asistentes compartieron una comida juntos a base de productos del cerdo ibérico.
La de ayer fue la tercera edición de la fiesta matancera en la localidad, que va sumando aficionados en cada ocasión y que sirve para cerrar un ciclo matancero que, en Cristóbal, no muy lejos de allí, se encarga de abrir con motivo de San Martín de Tours en noviembre. Entre ambas, muchas más matanzas: Guijuelo con sus cinco festejos y también Valverde, Los Santos, Pizarral, Cespedosa, Montejo o Fuenterroble de Salvatierra, entre otros muchos.
Noticia en La Gaceta de Salamanca
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