Todos los otoños acudo a la Honfría de Linares, ese prodigio tan cercano
que nos regaló la naturaleza. Sus colores ahora son sencillamente
indescriptibles, salvo el rojo brillante de las bayas de los abundantes acebos.
Recuerdo siempre el asombro con que descubrió ese bosque y sus centenarios
castaños, en los 80, Jaime de Armiñán „al fin Goya de Honor 2013„, y la luz del
inenarrable crepúsculo en los transparentes y atónitos ojos de Teo Escamilla,
el director de fotografía de "El nido", alguna de cuyas escenas
decidieron rodar allí. La Honfría no tiene nada que envidiar, en belleza y
colorido otoñal, por poner tres ejemplos de nuestra cubierta vegetal que he
conocido recientemente, al sabinar de Calatañazor, al hayedo de Tejera Negra o
„salvo por su extensión„, al formidable Bosque de Irati, que es la segunda masa
forestal de Europa. Quien pudiera aún intrincarse por sus trochas y senderos.
Pero antes de
llegar a Linares, con su hospitalario y eficiente alcalde, está Endrinal, el
pueblo de amigos como el catedrático Alberto Navarro, q.e.p.d., y el buen
civilista Mariano Alonso. Allí además viven Toño "Maninas", "El
Meño" y otros antiguos clientes, que quiero volver a abrazar, que nos
vamos haciendo viejos. Pepe "Racha" me indica donde está Agustín,
renovamos nuestro antañón afecto y me cuenta orgulloso una caminata al alba
hasta Tamames, la compra de doscientas ovejas y el regreso con el hato,
carretera adelante.
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