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Fotografías : BÉJAR RECUERDOS |
Si hay un pueblo que tiene especial predilección por revivir su
historia, ese es, sin duda, Candelario. Los vecinos de la villa corita pasan de
fiesta en fiesta y de teatro en teatro, en un acto de fe por hacer valer su
pasado y darse a conocer, primero a sí mismos, luego a los demás, que nunca
fallan en cada una de las citas.
Tampoco lo hicieron en el día de ayer, domingo 10 de agosto, segundo
domingo de agosto, domingo de boda, de boda típica. Los vecinos de Candelario y
cientos de visitantes atraídos por la fiesta de Interés Turístico Regional, de
interés etnológico a secas, acompañaron a David y Elvira en su “casamiento”,
boda de pega, boda en colores, sin blancos satenes ni otras zarandajas del
llano.
Todo marchó según el rito, según la costumbre y el mandamiento. Los padrinos
marcharon a buscar al novio, todos juntos luego a “cá la novia”, guapa ella,
guapos todos, novios, padres, padrinos y sobrinos, y hasta invitados llegados
de allende Salamanca, Gredos y las Extremaduras. La comitiva ascendió entonces
a la Santa Iglesia, templo y receptáculo de ceremonias, a cuya puerta se oficia
el matrimonio. Porque en Candelario los novios entran casados en la iglesia,
quizás para que no se diga que lo que ha casado la calle lo separa Dios.
Posteriormente, en más recogimiento en escenario tan arcano, se realizó
el tradicional besamanos, que no hay mano que besar sino estola sacerdotal,
seguida del rito de las velambres, que viene a poner un paño sobre los hombros
al novio y sobre la aveza a la novia.
Tampoco puede faltar en una boda de costumbres el buen yantar y el buen
beber, boca del tálamo donde se ofrendan regalos a los recién casados, preludio
de la fiesta del diente a base de calderillo, merluza y arroz con leche.
Una jornada de la más pura tradición, donde el escenario es la tradición
y los actores llevan la pasión del arte dramático en las venas, quizás porque
no sean actores, sino simples transmisores que conectan y llenan de verdad
alguna jornada banal que nos tocó vivir.
La Boda Típica de Candelario,
además, trajo este año acordes de otros tiempos, gracias a las notas históricas
del grupo Velahí que interpretaron parte del renacido cancionero de la
localidad, para deleite de propios y extraños. Extraños que vinieron ignorantes
y se marcharon sabiendo más de lo previsto.
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