miércoles, 16 de enero de 2013

Villar de Leche : las huellas de los templarios en Endrinal

Introducción
Mi primer acercamiento a Villar de Leche se produjo, casualmente, desde la etérea red, a pesar de vivir a menos de 5 kms del lugar. Lo cual demuestra que es la ignorancia, y no la distancia, la que nos hace desconocedores de los lugares mágicos que nos rodean. Lo dicho: cayó en mi cazamariposas internauta una referencia, vaga entonces, hoy en día aún difusa, que hablaba de la Comarca de Entresierras como un lugar donde se encontraban, como en clave de bóveda, la inspiración telúrica con templarios y vírgenes negras.
 
El libro en cuestión es “Los templarios en la Comarca de Entresierras”, de Mercedes Izquierdo Muñoz. En él su autora entreteje una maraña histórica y legendaria soportada por el (por desgracia) débil legado arqueológico de esta comarca. Débil, seguramente no por su cantidad, sino por la calidad de los estudios de los expertos, para los que esta comarca, siempre considerada como “de transición” (de ahí lo de Entresierras), nunca ha sido objetivo prioritario.
 
De la mano de ese estudio templario de Entresierras he recorrido, cuán cortas son mis piernas y pesarosas mis suelas, estos caminos a veces desangelados. Quizás habría que dar un paso atrás para entender esta búsqueda de las vírgenes negras de la entresierra. Quienes me conocen saben que me ha pasado siete largos años de mi vida a la caza de los secretos de la Peña de Francia, bastión de una de esas sierras que dan envoltura a nuestra comarca. Esa abnegada tarea, que ahora descansa en un cajón de mi mesita de noche en forma de novela (y a la espera de fortuna editorial, como tantos otros) me trajo, aunque de manera colateral, hasta esta comarca. La idea quedó entonces en el aire, en el otro cajón de la mesita, “el de los asuntos pendientes”, la idea de buscar la conexión de la Virgen Negra de la Peña de Francia con ese otro “mapa estelar” de vírgenes morenas salmantinas.
 
La historia siempre camina adelante, y hoy, dentro de este Cuaderno de Entresierras, pasearemos por el legendario poblado de Villar de Leche, a las afueras de Endrinal, ahora finca salmantina de dehesa donde un buen puñado de ganadería masca el pasado, cómo no, mirando siempre hacia el futuro.
Situación

 
Villar de Leche pertenece al municipio salmantino de Endrinal y se alza entre el río Alagón y el arroyo de Valdemedina. Se accede desde la salida de Endrinal hacia Frades de la Sierra, por la SA-213, en la bifurcación que separa la carretera hacia Guijuelo o Salamanca. Allí un letrero de los “caminos de Entresierras” señala el sendero que nos llevará hasta la alquería, a dos kms del casco urbano de Endrinal. Sendero es poco apelativo para tal camino, pues la carretera, digna de tal nombre, está asfaltada y perfectamente puede realizarse el camino en vehículo hasta la entrada de la finca. A partir de allí, como en tantos otros lugares, la senda se interrumpe por una portera de privacidad. Aún así, solo la mera contemplación de la finca de Villar de Leche desde la ribera del Alagón evoca al alma el recuerdo de viejas tradiciones.

Larruga dice del lugar : “Está situado al pie de la Sierra Monreal, cerca de un arroyuelo que desciende de ella y se encamina a Riofrío”
 
Historia
 
Villar de Leche fue un antiguo poblamiento romano, abandonado posteriormente (las investigaciones personales de Ramón Grande del Brío en la zona de Villar de Leche indican que hubo allí un asentamiento romano, a juzgar por los restos de tégula y columnas cilíndricas de granito que han aparecido formando parte de diversas construcciones posteriores) y repoblado de nuevo en la Edad Media.

El nombre de Villar de Leche aparece en documentos del siglo XV;  entre otros, en una escritura de concordia extendida en el año 1456 entre el cabildo salmantino y Juan Arias, canónigo de Toledo y Burgos y, en virtud de la cual, este recibió del cabildo la cantidad de 6.300 maravedíes a cambio de los -préstamos de Endrinal y Villar de Leche.
  
En el año 1629, Villar de Leche era un despoblado anejo a Endrinal que contaba tan sólo con un vecino y cuatro guardas. Por aquel entonces conservaba en buen estado todavía el edificio de la Iglesia de la Magdalena (advocación mariana de tez oscura, cuentan) del cual subsiste la estructura del cuerpo inferior, sólida construcción de mampostería trabada con mortero de cal y esquinada en granito, con una portada de arco apuntado y carente de cualquier otro vano en sus muros. Parece haber sido, primitivamente, por su aspecto, una torre fortificada del siglo XIII o del XIV quizás.

La tradición ha conservado la creencia, no del todo descabellada, de que en sus orígenes Villar de Leche fue un cenobio fortificado, de entre tantos que proliferaron entre los siglos XII y XIII, en este caso de los monjes benedictinos a cuyo monasterio pertenecerían los restos que quedan del torreón. Dicho centro debió ser abandonado, como sucede con el Mensegal, antes del siglo XV
  
Sea cual fuere la realidad, Villar de Leche era un lugar de realengo y constituía, en el año 1752 dominio privativo del marqués de Coquilla, el cual residía en Valencia. Este poseía también el molino del Cubo, el cual aún se hallaba en funcionamiento a principios del siglo XX. El terreno producía, principalmente, lino, trigo y cebada; la dehesa ofrecía, además, buenos pastos para el ganado vacuno.
 
Población
 
La población de Villar de Leche no sobrepasó nunca los doce vecinos, si nos atenemos a los censos realizados desde el siglo XVI hasta nuestros días. La cifra antedicha figura en el censo efectuado en el año 1534. En 1591, la población había descendido a tres vecinos quedándose reducida a uno en 1787  y aumentando hasta dos en 1859. En la actualidad es una finca de explotación ganadera.

A través de los siglos fue perdiendo su población auneuq en diferentes épocas hubo intentos para recolonizar el lugar.

 A mediados del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, se intentará repoblar Villar de Leche, al igual que otros muchos lugares; se fomentará para ello la instalación de nuevos colonos, a través de las llamadas Junta de Repoblación, constituidas a tal efecto. Así, en relación con dicha alquería, se tramitan, en el año 1779, nueve solicitudes, presentadas por otros tantos vecinos de Matilla. Sin embargo, el plan de repoblación de Villar de Leche no prospera. Años después, en 1790, un grupo de nueve vecinos de Herguijuela del Campo, reunidos en La Sierpe, comisionan a un tal Francisco García para que haga la correspondiente solicitud de repoblar Villar de Leche ante el Real y Supremo Consejo de Castilla. Tampoco este intento prosperará.
 
En ese mismo año, la iglesia de la Magdalena carecía de mayordomo, por haber fallecido Juan Antonio Bermúdez, quien, hasta entonces, había desempeñado tal cargo. Se sabe que la vacante no podía ser cubierta por falta de vecinos suficientes, lo cual nos da también, aparte de otros datos, una idea de la despoblación que padecía Villar de Leche. Pocos años después, en 1807, la iglesia de la Magdalena se halla en estado ruinoso y así continuará en adelante, pues en el año 1820 ya no se hacían cuenta de fábrica independientemente de la iglesia matriz, que lo era la de Endrinal, consignándose, en los escritos correspondientes al año 1821, que la iglesia en cuestión continuaba en ruinas (ARCHIVO PARROQUIAL DE ENDRINAL: Libro de la Iglesia de la Magdalena del lugar de Villar de Leche, siendo mayordomo don Juan Antonio Bermúdez y Osorio. Año de 1765. En el escrito se dice que todos los habitantes de Villar de Leche eran sirvientes en 1779).

Según Miaño, hacia el 1850, contaba con tan solo cinco habitantes. Había algunos linares y tierras de secano y un molino harinero.
En las Memorias Políticas y Económicas de Eugenio Larruga se dice que se cogía lino en "Villar de Leche (lugar de realengo en el partido de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey), que junto al recogido en Monleón y en el Endrinal suma como treintadosmil mañas de lino: hacen ochocientos quarentales y cada quarental le regulan por doce libras. El lino es de los mejor que se cría en el país. Casi todo se saca para la Andalucía y Condado de Niebla"

Leyendas

El propio nombre del lugar tiene su origen en la época medieval, como también los límites de su término que, en su extremo occidental, fueron fijados, según las historias locales, disparando una flecha desde las murallas de Monleón, yéndose a clavar en un árbol.

También la tradición cree que en Villar de Leche hubo un cenobio de benitos, relacionado con la aparición de una virgen negra como sucede con El Mensegal, también en el término municipal de Endrinal. Todo ello en relación con algunas "supuestas" posesiones templarias en la zona.



Referencias : Los Santos, fotografías en Flickr y Panoramio

6 comentarios:

  1. HOla, me ha encantado tu post, y espero algún día no muy lejano, visitar de nuevo esas tierras y proseguir mi investigación. Un abrazo ( Mercedes Yzquierdo Muñoz)

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  2. Un lugar muy bonito e interesante para visitar...
    Un saludo¡

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  3. De pequeño iba de paseo con mi abuelo Quico hasta allí, para ver vacas ( que nos gustaban a los dos) y buscar restos del avión. Ha sido un verdadero placer la lectura, pues añade conocimientos a mis recuerdos. Salud y fuerza para seguir escribiendo y compartiendo.

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  4. Hola Raúl me ha gustado mucho tu articulo, sin embargo es tu pasión por la Virgen Negra y la Peña de Francia lo que más ha llamado mi atención. Soy Juanma Ballesta y recalé desde el sur en un pequeño pueblo cerca de la comarca de entresierras. En la medida de mis posibilidades he recabado cuanta información he podido sobre la Peña y su Virgen Negra ademas de lo que su culto con lleva, y me pregunto si cabría la posibilidad de poder contactar y comentar sobre el tema.

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  5. Hola Juan Manuel! te paso mi correo salamancaentresierras@gmail.com y mi facebook personal por si quieres añadirme como amigo https://www.facebook.com/raul.mateoshuebra?ref=tn_tnmn
    un saludo!
    Raúl

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  6. Hola,

    Perdona mi ignorancia, eres la investigadora que escribió sobre Ajofrín, si es asi no te importaría contactar conmigo,
    es muy importante para mí (cristinaramos245@gmail.com)

    Gracias

    Un cordial saludo desde Málaga


    Cristina Ramos Muñoz

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