El sol animó el pasado fin de semana la celebración de una
nueva edición de las jornadas micológicas de Sanchotello, que algunos vecinos
habían comenzado el día anterior organizando la exposición del salón municipal.
En torno a medio centenar de personas comenzó la actividad de buena mañana con la charla sobre iniciación y buenas prácticas en la micología a cargo del colectivo Balata, que precedió a una larga salida por los bellos montes de Sanchotello en busca de buenos ejemplares de setas.
Niño y mayores, pertrechados con sus cestas, recogieron diferentes especies. Unas treinta este año ya que la sequía, primero, y el hielo de los últimos días, después, ha dañado la salida de hongos en los campos y montes de toda la provincia. Nada que ver con las 74 especies recogidas el año pasado o las más de 100 de hace dos. Aún así, niños y mayores pudieron conocer la diversidad y riqueza micológica de Sanchotello, que quedó expuesta después en el salón del Ayuntamiento. Allí, como es costumbre en las actividades culturales de la localidad, permanecieron expuestas con sus respectivos carteles, donde podía leerse si eran tóxicas o no. No faltaron setas de todo tipo, aunque los más comunes fueron los parasoles, los champiñones y los babosos.
En torno a medio centenar de personas comenzó la actividad de buena mañana con la charla sobre iniciación y buenas prácticas en la micología a cargo del colectivo Balata, que precedió a una larga salida por los bellos montes de Sanchotello en busca de buenos ejemplares de setas.
Niño y mayores, pertrechados con sus cestas, recogieron diferentes especies. Unas treinta este año ya que la sequía, primero, y el hielo de los últimos días, después, ha dañado la salida de hongos en los campos y montes de toda la provincia. Nada que ver con las 74 especies recogidas el año pasado o las más de 100 de hace dos. Aún así, niños y mayores pudieron conocer la diversidad y riqueza micológica de Sanchotello, que quedó expuesta después en el salón del Ayuntamiento. Allí, como es costumbre en las actividades culturales de la localidad, permanecieron expuestas con sus respectivos carteles, donde podía leerse si eran tóxicas o no. No faltaron setas de todo tipo, aunque los más comunes fueron los parasoles, los champiñones y los babosos.
Noticia en La Gaceta de Salamanca
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