sábado, 19 de enero de 2013

El cementerio imaginado


Faltaba el cuervo. Lo imaginé al cruzar la portezuela de reja. También al cruzarla, seguramente por la inoculación fantasiosa de las películas de Hollywood, imaginé un chirrido de gozne en desuso. Y si me apuran, poniéndome en lúgubre tesitura, me faltaba hasta el olor a podredumbre, a muerte y a incienso. Faltaban los árboles pelados de hojas recortándose contra la neblina del amanecer, a la que se agarran las criaturas de la noche para dar un poco más de sí. Faltaba una luna llena y algún aullido de lobo. Aunque, ya se sabe, por estas tierras los lobos hace tiempo que dejaron de dar el augurio a la parca. Faltaba una campana de difuntos y allende los brezos algún traqueteo de carroza de princesa que pasa por el lugar acelerando el trote de dos alazanes negros. Faltaba una sombra que amenaza formando una mano esquelética. Y alguna voz que salida de la misma pieza invita con cortesía a pasar al otro lado.
Faltaba una blanca aparición asomada al ventanal gótico ora pro nobis pecatoribus…

Y en realidad no es para tanto


Solo un cementerio viejo, que apenas guardará si se apura la oruga a la tierra, algún resto de antiguos habitantes, algún caminante de Santiago que no llegó a cumplir la promesa y otros tantos deudores del conde de Salvatierra, señor y “caudillo” de pompas y haciendas por estos lares.

Pero pasear por el viejo cementerio de Fuenterroble de Salvatierra, escondido bajo la saya gótica de la impresionante iglesia de Santa María la Blanca, trae recuerdos que no debiera, como un atrezzo de otros tiempos, o de actuales imaginados en pantallas de colores a tres dimensiones.

Tan solo faltaba, ahora lo recuerdo bien, concederle unas palabras en algún cuaderno descolorido…

Nota : La Iglesia de Santa María la Blanca de Fuenterroble de Salvatierra es un maravilloso y único ejemplar del gótico rural en Entresierras y casi único en toda la provincia de Salamanca. Enclavada junto al viejo camino de Santiago, que guarda un recuerdo visible y bien presentado de la antigua calzada romana que pasaba por el lugar, el edificio sorprende al visitante por sus enormes proporciones, sus ventanales góticos y su portada abotonada, rasgo típico de otras construcciones en la zona. A su costado, cerrado con cancela, se conserva el cementerio viejo, seguramente utilizado hasta no hace tanto como lugar de enterramiento al amparo de la grandiosa fe gótica...


Fotografías de Cuaderno de Entresierras, Ramón Bravo Aliseda y Mis Pueblos

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