El sábado 20 de abril el grupo Amigos Siempre 63 de
Linares de Riofrío realizó una ruta senderista desde la localidad a San Miguel
de Valero pasando por el Hueco, las Chorreras y Castill de Cabras.
No os perdáis la crónica
de la jornada tal cual la relatan los propios protagonistas porque no tiene
desperdicio!
En la mañana del sábado, 20
de abril, la tropa de los Amigos Siempre que pudieron y quisieron,
y consortes, las que dicen llamarse “las niñas de Linares”, en el cruce de
Obras Públicas como suele ser habitual se encuentran a las 9.30 para emprender
la etapa de este no camino de Santiago de visita a los “santos lugares”.
Ángela (Adolfo) nos congratula con los churros y porras antes
de empezar la marcha en coche hacia el "sancta sanctorum" de Linares
de Riofrío, que fue este día Las Chorreras y el Castill de Cabras-A- y descanso
y visión de los paisajes –B-.
Llegados a Linares y tomado el "tente-en-pié", en
seis coches subimos por San Miguel de Valero los 23 Amigos hasta el denominado
Hueco. Allí dejamos descansar a los coches y comenzamos a cansarnos nosotros.
Los más andadores, los del plan A, que pretendían bajar a Las
Chorreras, sin frenos, salen en busca de las cascadas y en poco tiempo,
(como era cuesta abajo, a la vuelta sería cuesta arriba,) llegamos al arroyo
que baja del Cervero. La senda no plantea problemas y tenía tendido
de sombra y de sol, según la orografía del terreno. En una hora corta habíamos
llegado al agua -¿Se oyen las chorreras? – Sí, pero ¿ubi sunt?
La mayoría del grupo
sigue unido y sube al Castill de Cabras mientras Ceci e Isabel se quedan en el
" verde" al "susurro de las olas". Charo, Carmen y
Paz demostraron cómo se sube al Castill de Cabras aunque iban bien escoltadas
por Seve, que levantaba acta de cada movimiento, máquina en ristre, César,
preparado para ir al Everest con sus bastones, Juanjo, Julián, Antonio,
Bueno, Graci , Jesús y Fabi. Ya en la cumbre, aperitivo a voluntad y
necesidad. La bota de Graci andaba falta de ITV: que si se había atascado, que
si la pez… ¿lo haría para que durara más lo de dentro? En el próximo
capítulo comprobaremos este detalle o extremo.
Desde el Castill de Cabras se pueden observar todo el
valle Quilamas, incluida la Cueva de la Mora , también Quilama, que no
tardaremos en descubrir, el curso medio del Alagón hasta la sierra de
Béjar. Los buitres nos vigilaban durante todo el viaje mientras los guías
siguen nuestro recorrido sin cansarse, con los prismáticos. Celso y Julián,
antes de subir, rodean el monte Castill de Cabras buscando el acceso a la
"gran cascada" pero no apareció el indio ni la cascada. Reto
pendiente... ¡encontrarlo!
Respecto a la senda hay
división de opiniones pero en lo que se refiere al aperitivo, ni pío.
Con "espíritu y físico renovado" emprendemos la
vuelta hacia el Hueco. Llegamos a las 14.15´16´´17… algo más tarde de lo
previsto y allí estaban disfrutando del sol, la ¿hierba? el grupo del plan B-
justo a tiempo para que Adolfo, que de lo que aquí quede escrito también
dará fe, tomara nota de las apetencias culinarias de sus señorías frente al
mantel. Apenas sin parar, el grupo A sigue camino de San Miguel de Valero entre
"flores, fandanguillos y alegría", que diga brezales floridos, jaras
y viejos castaños para llegar a comer a Linares a las 15.30, bien sospechamos,
que el coche cogió a alguien y no algunos al coche.
Los/las, las/los del plan B bajan tranquilamente hasta
la senda. ¿Pensaban en cómo subirían los que bajaron? Lo tenían muy claro. En
un espacioso, resguardado y soleado lugar se aposentaron, sacaron viandas y...
Mientras tanto los guías de la expedición trepan a uno de los
“miles anapurnianos” pues no podían dejar solas a algunas de las consortes
-Pilar, Ángela, Manoli, Salti- y Fernando ¡desprendimiento de los caballeros!
No obstante, trepan a la cima del monte del Pedregal y desde allí, como un gran
hermano, seguían los pasos de los demás -tanto al grupo del Castill de Cabras
como a Constante que se había quedado en La Rollarina- con prismáticos y
"señales de humo" y por supuesto, con nuestro grito de identificación
y de difícil memorización: iiiiiiuuuuuuuuhhhhhhhh. En resumen: iu, pero
con eco.
Los guías bajan con más dificultades que subieron, según
explican, son reconfortados por las mujeres con alimentos de mochila e inician
el regreso. Este grupo, al que se incorporan Carmen, Ceci e Isabel, llega a las
13.45 al Hueco, eligen menú, descansan, montan en coche y directos al
restaurante, el "España". Allí nada se decía de una, grande ni
de libre ¿por la crisis?, ¿por la hora?
Nos atendieron profesional y amablemente Flor y Sofía. Y allí
disfrutamos de nuestra presencia, amistad y ricos, sabrosos y abundantes
ágapes. Con la grata sorpresa de que allí nos esperaba para acompañarnos en la
comida el simpático Teodoro Tejedor que quedó encantado y cree que seguirá
participando y disfrutando de estas "movidas". En los postres
se presentaron José Hernández y su mujer Conchi. Saludos, abrazos,
preguntas, cigarros...
Al caer la tarde… cada cual a lo suyo. Adolfo y Fabi a
lo escrito. Seve a la cámara. Amén
Fabián Hoyos Guinaldo y Adolfo Cerrudo Briz.
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