sábado, 4 de mayo de 2013

Crónica de una caminata anunciada


El sábado 20 de abril el grupo Amigos Siempre 63 de Linares de Riofrío realizó una ruta senderista desde la localidad a San Miguel de Valero pasando por el Hueco, las Chorreras y Castill de Cabras.
No os perdáis la crónica de la jornada tal cual la relatan los propios protagonistas porque no tiene desperdicio!
En la mañana del sábado, 20 de abril, la tropa de los Amigos Siempre que pudieron y  quisieron,  y consortes, las que dicen llamarse “las niñas de Linares”, en el cruce de Obras Públicas como suele ser habitual se encuentran a las 9.30 para emprender la etapa de este no camino de Santiago de visita a los “santos lugares”.
Ángela (Adolfo) nos congratula con los churros y porras antes de empezar la marcha en coche hacia el "sancta sanctorum" de Linares de Riofrío, que fue este día Las Chorreras y el Castill de Cabras-A- y descanso y visión de los paisajes –B-.


Llegados a Linares y tomado el "tente-en-pié", en seis coches subimos por San Miguel de Valero los 23 Amigos hasta el denominado Hueco. Allí dejamos descansar a los coches y comenzamos a cansarnos nosotros.

Los más andadores, los del plan A, que pretendían bajar a Las Chorreras, sin frenos, salen en busca de  las cascadas y en poco tiempo, (como era cuesta abajo, a la vuelta sería cuesta arriba,) llegamos al arroyo que baja del Cervero. La senda no plantea  problemas  y tenía tendido de sombra y de sol, según la orografía del terreno. En una hora corta habíamos llegado al agua  -¿Se oyen las chorreras? – Sí, pero ¿ubi sunt?

 La mayoría del grupo sigue unido y sube al Castill de Cabras mientras Ceci e Isabel se quedan en el " verde" al "susurro de las olas". Charo, Carmen  y Paz demostraron cómo se sube al Castill de Cabras aunque iban bien escoltadas por Seve, que levantaba acta de cada movimiento, máquina en ristre,  César, preparado para ir al Everest  con sus bastones, Juanjo, Julián, Antonio, Bueno,  Graci , Jesús y Fabi. Ya en la cumbre, aperitivo a voluntad y necesidad. La bota de Graci andaba falta de ITV: que si se había atascado, que si la pez… ¿lo haría para que durara más lo de dentro? En el próximo capítulo  comprobaremos este detalle o extremo.

 Desde el Castill de Cabras se pueden observar todo el valle Quilamas,  incluida la Cueva de la Mora , también Quilama, que no tardaremos en descubrir, el curso medio del Alagón hasta la sierra de Béjar.  Los buitres nos vigilaban durante todo el viaje mientras los guías siguen nuestro recorrido sin cansarse, con los prismáticos. Celso y Julián, antes de subir, rodean el monte Castill de Cabras buscando el acceso a la "gran cascada" pero no apareció el indio ni la cascada. Reto pendiente... ¡encontrarlo!
Respecto a la senda hay división de opiniones pero en lo que se refiere al aperitivo, ni pío.

Con "espíritu y físico renovado" emprendemos la vuelta hacia el Hueco. Llegamos a las 14.15´16´´17… algo más tarde de lo previsto y allí estaban disfrutando del sol, la ¿hierba? el grupo del plan B- justo a tiempo para que Adolfo, que de lo que aquí quede escrito  también dará fe, tomara nota de las apetencias culinarias de sus señorías frente al mantel. Apenas sin parar, el grupo A sigue camino de San Miguel de Valero entre "flores, fandanguillos y alegría", que diga brezales floridos, jaras y viejos castaños para llegar a comer a Linares a las 15.30, bien sospechamos, que el coche cogió a alguien y no algunos al coche.

Los/las, las/los  del plan B bajan tranquilamente hasta la senda. ¿Pensaban en cómo subirían los que bajaron? Lo tenían muy claro. En un espacioso, resguardado y soleado lugar se aposentaron, sacaron viandas y... Mientras tanto los guías de la expedición  trepan  a uno de los “miles anapurnianos” pues no podían dejar solas a algunas de las consortes -Pilar, Ángela, Manoli, Salti- y Fernando ¡desprendimiento de los caballeros! No obstante, trepan a la cima del monte del Pedregal y desde allí, como un gran hermano, seguían los pasos de los demás -tanto al grupo del Castill de Cabras como a Constante que se había quedado en La Rollarina- con prismáticos y "señales de humo" y por supuesto, con nuestro grito de identificación y de difícil  memorización: iiiiiiuuuuuuuuhhhhhhhh. En resumen: iu, pero con eco.

 Los guías bajan con más dificultades que subieron, según explican, son reconfortados por las mujeres con alimentos de mochila e inician el regreso. Este grupo, al que se incorporan Carmen, Ceci e Isabel, llega a las 13.45 al Hueco, eligen menú, descansan, montan en coche y directos al restaurante, el "España". Allí  nada se decía de una, grande ni de libre ¿por la crisis?, ¿por la hora?
Nos atendieron profesional y amablemente Flor y Sofía. Y allí disfrutamos de nuestra presencia, amistad y ricos, sabrosos y abundantes ágapes. Con la grata sorpresa de que allí nos esperaba para acompañarnos en la comida el simpático Teodoro Tejedor que quedó encantado y cree que seguirá participando y disfrutando de estas "movidas". En los postres  se presentaron José Hernández  y su mujer Conchi. Saludos, abrazos, preguntas, cigarros...

Al caer la tarde… cada cual a lo suyo. Adolfo y Fabi a lo escrito. Seve a la cámara. Amén

Fabián Hoyos Guinaldo y Adolfo Cerrudo Briz.


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