
El Tejado de Béjar (138 habitantes) es un pequeño
municipio de la comarca de Béjar y Alto Tormes, en cuya falda serrana se
asienta a casi mil metros de altitud y desde donde se otea un joven río Tormes
que discurre entre las provincias de Ávila y Salamanca.
En este minúsculo pueblo, cuya población suele alcanzar
edades provectas, apenas se recuerda a Salustiano, cuyo nombre de origen latino
precisamente hace referencia a la persona que goza de una vida sana y
saludable, ya que con apenas 17 años emigró como tantos españoles a Cuba para
trabajar en la zafra de azúcar.
Sólo los más mayores de El Tejado recuerdan lo que les
contaban sus padres, cuando eran pequeños, respecto a las familias que salieron
a principios del siglo pasado hacia América, fundamentalmente hacia Argentina y
Cuba.
Nicolás Blázquez, que pasa de los 70 años, ha recordado a
Efe una de las canciones que hacía referencia al antiguo vecino de El Tejado, y
que durante dos meses y medio se había convertido en el más viejo del mundo:
"Salustiano toca el badil; Nicolasa, las tenazas; su padre tira brincos y
su madre, perindolas".
Salustiano ha sido conocido durante muchos años como aquel
familiar de los herreros de El Tejado que con 17 años se fue del pueblo en
dirección a Cuba, del que apenas se tuvo más noticias salvo por lo que contaban
su hermana Nicolasa o alguno de sus sobrinos, como Orencio, que con 80 años
vive ya en Madrid.
Pero los vecinos de este pequeño municipio no recuerdan
nada de Salustiano, 'Shorty' como era conocido en Grand Island (Nueva York),
donde vivía y donde murió el pasado viernes.
El alcalde de El Tejado, José Luis Gutiérrez, que
desempeña este cargo desde hace más de 20 años, ha explicado a Efe que iban a
colocar una placa en el único parque que hay en el pueblo, junto a la casa
donde "se supone" que vivió Salustiano hasta que emprendió su periplo
americano.
"Ahora tendremos que esperar hasta el próximo pleno,
en el mes de octubre, para decidir si continuamos o no con la idea de darle un
homenaje o un reconocimiento", ha añadido el alcalde respecto a la persona
que, por su longeva vida, ha contribuido a difundir por el mundo el nombre de
este núcleo geográfico.
Hace medio año, en el pueblo se volvió a saber sobre la
existencia de Salustiano, "cuando un abogado de Madrid nos pidió un
certificado de nacimiento" de aquel vecino que "se fue a hacer las
américas", ha recordado el alcalde.
Teresa, una mujer que ayuda en las labores previas a que
el sacerdote dé la misa del domingo, ha expresado su sentimiento ante la muerte
de Salustiano: "Que todos nos vayamos muriendo a esos años...".
Isabel, Crescencia, Soledad, Amparo y Concepción salen de
la misa del domingo, a las 11.40 horas, agarradas del brazo y, dibujando una
sonrisa, comentan: "Que nos espere muchos años allí arriba".
Crescencio, de 79 años, recuerda los 900 habitantes que
llegó a tener El Tejado frente a los 130 que hay ahora; o las cuatro escuelas
que había para 140 niños, cuando en estos momentos no funcionan por falta de
alumnos.
Mientras recorre el pueblo, mostrando dónde han vivido los
familiares de Salustiano, Crescencio trenza un relato de los vecinos que tienen
más de 95 años de El Tejado, aunque ya la mayoría viven fuera de la localidad.
"Somos un municipio longevo", añade, aunque sólo
Benita, una mujer que vive en Valencia, tiene "102 o 103 años".
Y durante este recuerdo, otros vecinos se apuntan
al paseo, pero ninguno sabe mucho más de Salustiano, quien se ha ido envuelto
en el mismo anonimato con que abandonó su pueblo por primera vez hace 95 años,
aunque a partir de ahora se le recordará como aquel hombre que durante dos
meses y medio se convirtió en el más longevo del mundo y que dio a su tierra un
poco de renombre.
Noticia : EcoDiario
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