domingo, 15 de septiembre de 2013

Las peñas sin fiesta son menos peñas (y viceversa)

Dicen que si no hubiera peñas las fiestas de Cespedosa de Tormes apenas durarían día y medio, lo que se tarda en bajar a la virgen del Carrascal desde su ermita, honrarle la anualidad y volverla a llevar a su púlpito. También dicen que el verano no termina definitivamente hasta que los cespedosanos caen rendidos de jarana. Y tan cierto como que el pasado sábado 14 de septiembre, los hombros fuertes de Cespedosa volvieron a depositar a su patrona en la ermita que la guarde hasta el año próximo, que ya finalizadas las fiestas las calles volvían a la normalidad y al “decoro” como si nada hubiera ocurrido. En todo caso, aguzando el oído, aun podían escucharse en ciertos rincones los ecos de la fiesta, cánticos de juventud, risas, recuerdos y quedadas para el año venidero…

Las fiestas de Cespedosa tienen dos chupinazos de partida. 

El primero, a saber, con la presentación de las peñas y su pasapeñas particular. 

La segunda con la llegada de la Virgen del Carrascal a las calles del pueblo, Reina Grande de los festejos, a recibir su ración de misa diaria y a dar su bendición a las no menos “grandes” aunque más humanas, Reinas y Damas elegidas entre las mozas del pueblo.

Con todo lo mundano y lo divino ya puestos en sus peanas correspondientes, Cespedosa se llena de color y alegría; niños, jóvenes y mayores marchan de un lado a otro en busca del festejo, ora una alborada por desayuno, ora unas vaquillas a lo Gran Prix (sin Ramón García) en el coso taurino, más tarde unos hinchables para los pequeños, de pendón de madrugada una verbena que amanece…

Días de hermandad y alegría, encuentro comarcal de ya arraigada historia, Cespedosa de Tormes honró a la patrona como sabe, con diversión y gozo a raudales y es que, como bien dicen a hurtadillas los que hicieron piña de festejo: Las peñas sin fiesta son menos peñas.



Fotografías : Asociación Cespedosa Joven y Quintos del 3

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