domingo, 5 de enero de 2014

Turrón “ibérico” de La Alberca

Cuando los clientes que acuden a la pastelería Pan Negro de La Alberca, en la Sierra de Francia, tienen que decantarse por un turrón, la elección no es tan fácil como parece, porque a los turrones tradicionales, es decir, del duro o del blando, hay que sumar sabores totalmente novedosos en lo que se refiere a este dulce navideño, entre ellos, el de jamón ibérico.
Algunos tienen que leer la etiqueta varias veces y aún así preguntan perplejos, ¿turrón de jamón? Pues sí, han leído bien. La gerente de esta pastelería, Mari Luz Lorenzo, confiesa que siempre le ha gustado innovar en la cocina y, en este apartado, la repostería ofrece también infinidad de posibilidades para sorprender al paladar.
Este municipio salmantino se caracteriza por vender turrón todo el año, por tratarse de uno de sus productos más típicos. Pero además, cada Navidad Mari Luz Lorenzo experimenta con algún nuevo sabor con el que sorprender a los clientes. De este modo, decidió aunar los dos productos más típicos de la zona, el turrón y el jamón, que tenía que ser ibérico, porque el sabor que aporta es inigualable.
Noticia : ABC
Esta receta, que ya se suma al resto de recetas propias de su pastelería, logra mezclar el turrón de chocolate con una proporción de virutas de jamón ibérico crujiente, que sugiere en el paladar un sabor diferente, pero que gusta. Primero se siente el sabor intenso del chocolate, pero al final aparece un gusto a jamón, un toque salado cuyo contraste resulta «delicioso».
Aún así, reconoce que al principio le costaba venderlo porque de primeras, muchas personas pensaban que no les iba a gustar. Sin embargo, tan solo lleva varios meses y ya se ha corrido la voz de que existe este producto único y se ha convertido en una «delicatessen»que muchos buscan y encargan, para degustarlo ellos mismos o para regalar por su originalidad.

Repostería e innovación

En las vitrinas de Pan Negro además hay otras variedades que no dejan indiferentes y que son únicas, por incluir ingredientes que poco tienen que ver con el turrón de toda la vida. Señala que tiene «mucho éxito» el turrón con vino Pedro Ximenez; el de chocolate, jengibre y peta zeta; el turrón de trufas o el de aceite de oliva «Soleae», y sobre este último matiza orgullosa que aunque el famoso restaurante El Celler de Can Roca, considerado uno de los mejores del mundo, acaba de crear un turrón como éste, ella ya lo incluyó hace tiempo. Lorenzo apunta que no lo ha «copiado» de ningún sitio y sus recetas son fruto de los ensayos y pruebas que realiza en su obrador.
De hecho, reconoce que muchas de ellas finalmente no ven la luz, porque al ser fruto de la experimentación, el resultado, el sabor o la consistencia no es la esperada y finalmente se deshecha la idea.
Esta repostera, que antes regentaba también un conocido restaurante, lamenta que a pesar de las posibilidades que ofrece la repostería, lo que se hace en los fogones no tiene la misma repercusión que las creaciones de la cocina en general. Sin embargo, mantiene que continuará con esa labor que le caracteriza de mantener vivas las tradiciones de su pueblo con la innovación que hacen que sus productos sean únicos en el mundo.
En cuanto al precio, señala que mientras los turrones tradicionales se venden a 25 euros el kilo, el de jamón ibérico está a 29 euros, debido a que la materia prima utilizada es más cara.
Otro ejemplo de ese trabajo que se basa en la combinación de tradición y modernidad es la creación de una morcilla elaborada con chocolate y piñones, que engaña a la vista por el parecido con la auténtica morcilla salada.
En ocasiones, cuando los clientes la ven en la pastelería, no salen de su asombro y a más de uno ha tenido que advertirle de que no es el auténtico embutido, cuando estaban a punto de comprarlo.
Para su elaboración, siguió los conocimientos aprendidos durante la realización de la matanza tradicional y que han pasado de padres a hijos, porque detalla que está hecha del mismo modo que se hace este embutido. La creación de la piel que la recubre, continúa, fue lo que más tiempo tardó en realizar, porque quería que además de comestible y con buen sabor, fuera una piel similar a la que recubre este producto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario