David Panchuelo Corresponsal Cuaderno de Entresierras |
Lugar del Concejo de Montemayor, defensa fronteriza del
Reino de León frente al sur moro y a la vez frente al cambiante enemigo
castellano, hoy estas tierras podrían configurar una subcomarca dentro de la
más extensa Sierra de Béjar, lindando con la Sierra de Francia, ambas
englobadas en la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia.
Menudo galimatías, ¿no? Cosas de la historia, que al fin y al cabo es parte
fundamental de lo que somos.
No conozco mucho más sobre la historia de Colmenar, o Cormenal, como se conoce en muchos
pueblos del entorno por esa transposición de r y l tan característica en
nuestras hablas de transición al altoextremeño. Y es que, como en la mayoría de
los municipios de los que solemos hablar en el Cuaderno de Entresierras,
Colmenar ha sido un pueblo donde la gente siempre ha trabajado duro sin
levantar mucho la voz, preocupados más por la necesidad diaria de poner un
plato caliente en la mesa que por darse notoriedad en los libros, tarea aquella
nada fácil en tiempos no tan pasados en estas zonas secularmente olvidadas por
los gobernantes.
Reflexiones aparte, empiezo el relato de mi corta pero
reveladora visita a pedales sobre el sillín de mi bicicleta. Esto me hizo
sentir Colmenar de Montemayor:
Proveniente de la carretera que lleva a Béjar, llegué al
pueblo tras superar algunos repechos de pendientes nada desdeñables que
aparecieron más allá del cruce hacia Pinedas, y me encontré con él de repente,
casi sin previo aviso, y con varias opciones de entrada. Me decidí por la
primera y, al poco, me encontré con ella.
La ermita del Cristo de la Salud, junto a un cartel que vivió tiempos mejores, pretendiendo señalar con poca fortuna el camino hacia Aldeacipreste, precisamente el primer pueblo de esta serie a golpe de pedal. Pequeña y recoleta, de idéntico aspecto a las de los dos pueblos precedentes del camino (la del Humilladero en Horcajo de Montemayor y la de San Marcos en Valdehijaderos).
La ermita del Cristo de la Salud, junto a un cartel que vivió tiempos mejores, pretendiendo señalar con poca fortuna el camino hacia Aldeacipreste, precisamente el primer pueblo de esta serie a golpe de pedal. Pequeña y recoleta, de idéntico aspecto a las de los dos pueblos precedentes del camino (la del Humilladero en Horcajo de Montemayor y la de San Marcos en Valdehijaderos).
Y aquí empieza lo bueno: el paseo por las calles de
Colmenar (cuestas aparte, que las hay muchas y de toda anchura y pendiente, por
si las piernas siguen pidiendo guerra). Y es que, de nuevo como en tantos otros
pueblos del entorno, perderse en su interior es toda una delicia. Entre
subidas, curvas, bajadas y estrecheces a voluntad, absorto en la arquitectura
serrana con carácter propio y nada artificioso, me acabé topando con la
iglesia, magnánima y francamente impresionante.
Ya era hora de admirar el entorno, así que tomé una calle hacia arriba y subí y subí hasta encontrarme con esto.
Mereció la pena el esfuerzo, ¿me equivoco? Las vistas son
impresionantes: Colmenar en primer plano y la Sierra de Francia perfilando el
horizonte al oeste. Volviendo la mirada, las cumbres aún más altas de la Sierra
de Béjar cierran el cielo por el este.
Dejando ya el pueblo tras un alto por la carretera de Aldeacipreste, una garganta engulle el paisaje y en el fondo los regatos se agrupan para morir en el río Cuerpo de Hombre, ya próximo a su desembocadura, sólo unos kilómetros adelante, allá abajo, en Sotoserrano.
Como bonus, comparto con
vosotros este video que ilustra aún mejor la belleza de este pueblo y de su
entorno, verde y montañoso. No en vano somos la Salamanca Entre Sierras, ¿no es
verdad?Ya era hora de admirar el entorno, así que tomé una calle hacia arriba y subí y subí hasta encontrarme con esto.
Dejando ya el pueblo tras un alto por la carretera de Aldeacipreste, una garganta engulle el paisaje y en el fondo los regatos se agrupan para morir en el río Cuerpo de Hombre, ya próximo a su desembocadura, sólo unos kilómetros adelante, allá abajo, en Sotoserrano.
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