domingo, 27 de julio de 2014

Un puente romano, un paraíso natural… y la basura humana

El río Alagón es una de las espinas dorsales de la Reserva de la Biosfera. Desde que nace, en una humilde fuente en la sierra de Frades, hasta que va tomando alcurnia en las rocas y sapas de Monleón, camino de la Sierra de Francia, el Alagón va vertebrando la comarca y regando diferentes paisajes a su paso, como una película fotográfica.
Uno de los parajes más hermosos, y no tan conocidos de la Sierra de Francia, es el puente “romano” cuyos ojos lloran al Alagón cerca de Sotoserrano. Allí el humilde río de Entresierras comienza a hacerse adulto, púber inveterado, camino de la madurez que le sobreviene en forma de meandro camino de las Hurdes, camino del Tajo, camino de la mar, que lo mismo es.
Bajo el puente romano de El Soto el Alagón aún hace pie y se despereza en la ancha vega, boqueando alguna playita de arena cruda que hace las delicias de lugareños y “lugaristas”. Un poco más allá, donde abrevan los caballos, recibe al otro gran río de la Reserva, el Cuerpo de Hombre, para fusionar las aguas de una y otra Sierra, la de Béjar, nívea y hebrosa, y la de Francia, montonera de pequeños regatos que van trayendo el agua de la Alta Sierra y las Quilamas.
El puente “romano” de Sotoserrano, de medieval romance, hace su flexión imponente soportando la carretera y sus muchedumbres que bajan a la comarca de Béjar. Todo ello es postal de postín, de colores vivos y viva memoria, vigilado por la vieja Cabaloria ya abandonada, que nunca creyó que algún día llegaría el final.
No está de más advertir, en la moraleja, que los tiempos corren y que lo que parece que nunca cambia, en realidad va cambiando tan lentamente que nuestros ojos, como los del puente, apenas son capaces de reconocer el cambio. Por ello, mientras el tiempo sea tiempo y nuestros hilos enhebren cordura, mejor será cuidar del anciano Alagón como merece, guardándonos la basura donde quepa, no vayamos algún día a vernos en tentetieso por nuestra mala cabeza.
El mar todo lo devuelve, dicen. No creemos que el río, pequeña célula de aquel, se guarde para sí nuestras sobras.
Desperdicios abandonados por "domingueros" junto al Puente Romano del Alagón en Sotoserrano

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