lunes, 23 de febrero de 2015

Olor a matanza en Cepeda de la Sierra

ENTRESIERRASrd | Cientos de vecinos y amigos del municipio disfrutan de una jornada de folklore y gastronomía
Olor a chicha, a pimentón, a chicharro, a aguardiente, a dulce. Olor a fuego de matanza, aroma de tradición, en definitiva, el que ha invadido este fin de semana las calles de Cepeda de la Sierra. Los vecinos de este hermoso municipio serrano, convocados por cuarto año por el Ayuntamiento de la localidad, disfrutaron el pasado sábado de una jornada matancera a la antigua usanza, en la que el cerdo se convirtió en el principal protagonista de la fiesta.
Fotografías : Pilar Rodríguez Elices
Jornada para rendir tributo al estómago y a las viejas costumbres, con actividades para grandes y pequeños que arrancó a primera hora de la mañana con el proceso del sacrificio del cerdo, su posterior chamuscado y despiezado ante el atento personal que se congregó en la Plaza cepedana.
Los trajes típicos de la localidad, emblema de la Sierra, volvieron a colorear las calles de Cepeda, especialmente con los vuelos femeninos, mujeres de pompa y honra que lucieron 'palmitos' siendo diana de buenos piropos. Mientras tanto los más pequeños disfrutaron de una tradición que en este municipio se han propuesto recuperar, o al menos, no aparcarla en el cajón del olvido de esos asuntos que, no por menos modernos, dejan de ser importantes: la 'ronjea'. La ronjea era un columpio creado con las cuerdas de atar las cargas en las caballerías, siendo el asiento un saco lleno de hojas secas (traídas generalmente de los robles alrededor del cementerio); un entretenimiento que además tenía doble objetivo, pues los niños y niñas se divertían en el invento mientras los mayores se dedicaban a las labores de la matanza sin ser molestados. Los pequeños de Cepeda volvieron a disfrutar, como decimos, de la ronjea en un juego que guarda todo el sabor de antaño y la esencia de las cosas que deben perdurar por siempre.
A media mañana comenzó a correr por la Plaza las sempiternas perronillas y el aguardiente inexcusable, parada y fonda para la comida popular donde no faltó ni la sangre frita, ni los deliciosos chicharros. Eso sí, aperitivos breves antes del peso firme del plato 'gordo', la sopa de matanza y las patatas con costilla.
Por la noche la Matanza Tradicional de Cepeda volvió a llenar panzas y saciar apetitos con una parrillada de carne del cerdo asada. Una fiesta que ya es tradición sobre tradición en Cepeda y que aporta a este, a veces, desconocido pueblo de la Sierra de Francia un aliciente más para darse a conocer con su folklore y singularidad.

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