ENTRESIERRASrd | Cientos de vecinos y amigos
del municipio disfrutan de una jornada de folklore y gastronomía
Olor a
chicha, a pimentón, a chicharro, a aguardiente, a dulce. Olor a fuego de
matanza, aroma de tradición, en definitiva, el que ha invadido este fin de
semana las calles de Cepeda de la Sierra. Los vecinos de este hermoso municipio
serrano, convocados por cuarto año por el Ayuntamiento de la localidad,
disfrutaron el pasado sábado de una jornada matancera a la antigua usanza, en
la que el cerdo se convirtió en el principal protagonista de la fiesta.
Fotografías : Pilar Rodríguez Elices |
Jornada
para rendir tributo al estómago y a las viejas costumbres, con actividades para
grandes y pequeños que arrancó a primera hora de la mañana con el proceso del
sacrificio del cerdo, su posterior chamuscado y despiezado ante el atento
personal que se congregó en la Plaza cepedana.
Los trajes
típicos de la localidad, emblema de la Sierra, volvieron a colorear las calles
de Cepeda, especialmente con los vuelos femeninos, mujeres de pompa y honra que
lucieron 'palmitos' siendo diana de buenos piropos. Mientras tanto los más
pequeños disfrutaron de una tradición que en este municipio se han propuesto
recuperar, o al menos, no aparcarla en el cajón del olvido de esos asuntos que,
no por menos modernos, dejan de ser importantes: la 'ronjea'. La ronjea era un
columpio creado con las cuerdas de atar las cargas en las caballerías, siendo
el asiento un saco lleno de hojas secas (traídas generalmente de los robles
alrededor del cementerio); un entretenimiento que además tenía doble objetivo,
pues los niños y niñas se divertían en el invento mientras los mayores se
dedicaban a las labores de la matanza sin ser molestados. Los pequeños de
Cepeda volvieron a disfrutar, como decimos, de la ronjea en un juego que guarda
todo el sabor de antaño y la esencia de las cosas que deben perdurar por
siempre.
A media mañana comenzó a correr por la Plaza las sempiternas
perronillas y el aguardiente inexcusable, parada y fonda para la comida popular
donde no faltó ni la sangre frita, ni los deliciosos chicharros. Eso sí,
aperitivos breves antes del peso firme del plato 'gordo', la sopa de matanza y
las patatas con costilla.
Por la noche la Matanza Tradicional de Cepeda volvió a llenar
panzas y saciar apetitos con una parrillada de carne del cerdo asada. Una
fiesta que ya es tradición sobre tradición en Cepeda y que aporta a este, a
veces, desconocido pueblo de la Sierra de Francia un aliciente más para darse a
conocer con su folklore y singularidad.
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