ENTRESIERRASrd | La
localidad disfruta de tres días en los que la cultura vitivinícola ha vuelto a
impregnar calles y plazas de tradición con aroma de futuro
Cientos de personas han disfrutado este puente de uno de los
patrimonios serranos que poco a poco va retomando la fuerza de antaño. La
cultura vitivinícola, que enlaza el valor tradicional con el de futuro, ha sido
la protagonista un año más de la Fiesta de la Vendimia, cita que por tercer año
pone a San Martín del Castañar en el panorama enológico provincial y estatal en
un evento que cada año va tomando más fuerza y cuerpo.
Fotografías : Jesús San Ricardo |
Las actividades arrancaron en la mañana del sábado con las salas del Castillo de la Reserva de la Biosfera como centro motor y promotor de las presentaciones enológicas, especialmente de los caldos de la Denominación de Origen Protegida 'Sierras de Salamanca', que desde hace años lucha por restaurar el esplendor de unos viñedos, los de la Sierra de Francia y comarcas adyacentes, que siempre han sido un puntal económico y que han modelado el paisaje de la región desde hace generaciones.
Para muchos es una imagen arquetípica de la Sierra de Francia los bancales que los antiguos viticultores consiguieron arrancar al monte a base de sudor, esfuerzo y geometría, a veces imposible, escalonando terrazas casi verticales en una ingeniería que ahora, con los nuevos tiempos, vuelve a ofrecer su ingenio a las nuevas generaciones.
Los establecimientos hosteleros de San Martín, junto a alguna
de las bodegas particulares que aún jalonan los sótanos de algunos edificios,
también tomaron protagonismo con una ronda de degustaciones donde no faltó la
alegría de la charanga. Santi Tamariz puso la música a la noche del sábado.
El domingo, como decíamos, cita con la tradición y la
historia, gracias a la recreación de la antigua vendimia. El folklore charro,
con los tamborileros y los bailes tradicionales, pusieron el marco al escenario
de la Plaza Mayor, donde fue expuesta la antigua maquinaria de labor, desde
tijeras de podar a prensas, cuévanos, colleras, costales, pesos y cestos
pasando por las inexcusables barricas para el mejor vino. Media tonelada de
uva, traída para la ocasión, puso el color en pies y pantorrillas y el aroma
por todo el recinto en una mañana de sabor centenario, que tuvo su acento en el
portalón del Ayuntamiento con una exposición de aperos.
Por la tarde fue el cocinero Santiago Sánchez, repostero
especializado, el que puso su saber hacer en la elaboración de un postre a base
de vino Rufete, variedad de uva estrella de la Sierra. Posteriormente se abrió
un paréntesis para catar vinos 'externos', en este caso, llegados desde la Riba
Coa, en Portugal, con la presentación de los caldos de las bodegas 'Adega
Castelo Rodrigo', de Figueira de Castelo Rodrigo. Gabriel Calvo y la Fabulosa
Retahíla fueron los encargados de cerrar la tradicional jornada con una
actuación en el que el folklorista, nacido en Monforte, hizo un peculiar repaso
por la importancia de los viñedos y el vino en el folklore comarcal.
Este lunes, día de la Hispanidad, fue la Denominación de
Origen Arribes del Duero la encargada de poner a la vista, al olfato y al gusto
sus vinos en el Castillo de la Biosfera. Un último recorrido por los
establecimientos de la localidad cerró un fin de semana que ha puesto de
manifiesto la importancia de este producto de la tierra (contra viento y marea
y amenaza de lluvia) con raíces profundas y valor de futuro.
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