ENTRESIERRASrd | Mari Luz
Lorenzo además ha lanzado un turrón de chocolate con productos silvestres y
autóctonos de la zona como los boletus edulis
La tradición turronera de La Alberca se remonta
a más de cinco siglos, gracias a la herencia del trabajo de la miel que dejaron
los judíos conversos, y para este año, una de las cocineras más afamadas, Mari
Luz Lorenzo, ha lanzado el turrón de jamón ibérico.
"Es un turrón que te tiene que gustar sólo
por el nombre y, si no te gusta el jamón, pues, evidentemente, no lo
querrás", explica a la agencia EFE la creadora de esta
variedad.
En un principio, esta turronera, una de las
pocas que mantiene el oficio en el turístico pueblo salmantino de La Alberca,
creó unas muestras y, dada la "buena acogida" que ha tenido entre los
visitantes, decidió comercializarlo en una de sus tiendas que tiene en este
pueblo de la Sierra de Francia.
Sobre su sabor, Mari Luz Lorenzo explica que
"no hay una emulsión en la boca entre lo dulce del chocolate negro y lo
salado del jamón, sino que hay una separación".
Y ése es el éxito para el paladar, según la
artesana, ya que "el que lo prueba degusta por un lado el sabor del
chocolate y por otro la excelencia del jamón ibérico".
Además de esta creación, también ha lanzado un
turrón de chocolate con productos silvestres y autóctonos de la zona como son
los hongos de "boletus edulis".
En este caso, "lo particular de este turrón
es que, al contrario que en el de jamón, aquí sí que hay una emulsión en el
paladar muy agradable donde se mezclan los sabores del chocolate y de esta
variedad de seta silvestre", explica la turronera.
Por tradición, La Alberca se ha diferenciado a
nivel nacional por vender su típico turrón, elaborado artesanalmente por las
populares turroneras albercanas a base de miel, almendra y clara de huevo.
El turrón de La Alberca es el reflejo más fiel
de la tradición oral después de más de quinientos años, aunque se ha ido
modernizando.
Los árabes fueron los primeros en fabricar el
típico turrón albercano, dada la gran cantidad de miel que se extrae en esta
zona de La Sierra de Francia, al sur de Salamanca, donde es habitual el oficio
del apicultor.
Todas las turroneras que hay en activo en este
pueblo coinciden en que es fundamental que la miel con la que se elabora este
turrón sea de encina, ya que le da un sabor característico.
A mediados del siglo XX, en cada casa de La
Alberca siempre había una turronera, que se pasaba horas y horas al fuego de la
chimenea removiendo la miel y la clara de huevo hasta lograr la pasta que se
mezclaba con las almendras o las nueces
Una vez elaborado, los maridos se encargaban de
ir a venderlo por los pueblos de Salamanca, del Norte de Cáceres o de la Sierra
de Gredos e, incluso, por los concejos portugueses de la región de Guarda,
limítrofe con Castilla y León.
Otro de los ejemplos de la herencia turronera de
los árabes es la torta del alahú, que todavía se elabora en algunas casas de la
Sierra de Francia y de Las Hurdes (Cáceres)
El alahú, que también se estila en algunas zonas
de Castilla La Mancha, donde lo conocen como "alajú", significa,
traducido al castellano, "el relleno".
Es una torta que, como el turrón, también se
elabora en Navidad con miel y nueces y con una base de oblea.
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