martes, 22 de diciembre de 2015

"Muchachos, antes de terminar, sentaos un poco y regalarme unos minutos"

ENTRESIERRASrd | Candelario despide con cariño a Abel Ocampo, joven párroco colombiano que ha trabajado en la localidad durante los últimos años
Este fin de semana se despedía uno de los párrocos más queridos de la comarca. Abel Ocampo ha trabajado más de tres años por las parroquias de Candelario y Navacarros, donde ha dejado una profunda huella. 

En una emotiva Eucaristía de despedida, este domingo Abel decía adiós a los numerosos vecinos que durante este tiempo le han arropado y con los que ha formado una verdadera familia. Tan multitudinaria fue la misa de despedida como la comida popular en la que muchos se acercaron a despedirse de este joven religioso que "se ha colado en el corazón" de Candelario.
"Recuerdo que, cuando me le presentaron, tuve una conversación con él", comenta Miguel, uno de los vecinos de Candelario que más amistad ha trabado con Abel. "Me decía que no sabía que Candelario era tan bonito y se tardaba tan poco en llegar desde Béjar. Que seguramente viniese mas a menudo... No imaginaba lo a menudo que iba a terminar viniendo, ya que en septiembre le adjudicaban la parroquia de Candelario y Navacarros"
Durante la Eucaristía se leyó una carta de despedida y se le regaló un montaje fotográfico que hacía un recorrido de su paso por Candelario, además de una aportación económica de los fieles para comprarle un regalo como recuerdo.
"Solo nos queda darle las gracias por todo y desearle lo mejor en el futuro"
Abel Alexander Ocampo Higuita nació en Colombia en 1983, donde fue ordenado como sacerdote en la Diócesis de Santa Fe de Antioquia. A principios de 2012, con 29 años viene a estudiar a España, con destino en la Diócesis de Plasencia, a la que pertenece parte del sur de la provincia de Salamanca, donde compagina ayudar en las parroquias de San Miguel de Béjar y la del Consuelo  de Palomares de Béjar, con sus estudios de derecho canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca. En mayo de ese año toma contacto por primera vez con Candelario asistiendo a la subida del Cristo del Refugio.
"Desde entonces la vida parroquial cambió por completo, era otra forma de trabajar, otro ritmo. El padre Abelito (como le llamamos algunos) supo ganarse a todos, niños, jóvenes y mayores. Aportó simpatía, juventud, trato amable, dulzura y muchas muchas bromas. Creo que pocos quedan indiferentes por su partida,  porque siempre ha tenido un saludo, una palabra amable, una sonrisa o un caramelo de café (colombiano) para quien se cruzaba con él por la calle. A él mismo le apena irse de aquí, como ha reconocido, pero son sentimientos encontrados, ya que, por otra parte, vuelve a su tierra con su gente, de la que tantos kilómetros le han separado varios años"
Efectivamente, el padre Abel regresa a su tierra después de sembrar en tierras salmantinas. El próximo día 25, además de la misa de Navidad, se celebrará el festival de villancicos, que será su última cita (por el momento) con Candelario.
CARTA DE DESPEDIDA DE LA PARROQUIA DE CANDELARIO
"Muchachos, antes de terminar, sentaos un poco y regalarme unos minutos, una media hora nada más".  He querido empezar con estas palabras que tantos domingos hemos escuchamos de tu boca, cuando al terminar la eucaristía, quieres que estemos atentos a esos avisos parroquiales que tienes que dar; ahora soy yo quien te pide a ti que estés atento a este recorrido que voy a hacer por algunos momentos de tu paso por Candelario, bueno, mejor dicho por España.
Cuando te hablaron de España, por tu mente pasaron cientos de cosas pero quiero recordarte una; te dijeron: en España todas las personas serán altas, rubias y con ojos azules. Y he de decir que cuando llegaste a Candelario a las primeras personas que viste eran las más bajitas del pueblo, así que se rompieron los esquemas que te habías hecho de nosotros. Después de esta precisión, vamos a empezar por el principio:
Llegaste hace 4 años a una diócesis pequeña, situada en Extremadura y Castilla y León. Imagino que cuando oyeras estos nombres, ni idea tendrías de dónde estaban ni siquiera las situarías en el mapa. Pero bueno, cogiste tu maleta y a España que te viniste. A Madrid fue a buscarte, un cura inconfundible, aunque quizá le preguntaras si era Francisco Rico, porque habías recibido algún documento firmado por él. Subiste al coche del cura inconfundible y te trajo hasta Plasencia. Allí tendrías tu primer encuentro con el obispo para encomendarte la misión en el norte de su diócesis, vendrías al arciprestazgo de Béjar para compatibilizar la tarea pastoral en alguna parroquia con tus estudios en Salamanca.
Nada más llegar a Béjar, te diste cuenta de que ibas a pasar un poco de frío, tendrías que proveerte de buenas cazadoras y abrigos, porque el invierno es muy largo y frío.
Durante el primer año, estuviste en El Pilar y San José de Béjar y fue durante esta estancia cuando te acercaste por primera vez a Candelario. Seguramente no te acuerdes, pero viniste en un día muy especial para todos los hijos de este pueblo, viniste a la fiesta del Cristo del Refugio. Creo que ahora ya te habrás dado cuenta de la importancia de esta fiesta para nosotros.
Poco tiempo después, las necesidades diocesanas te llevarían a ser párroco de Candelario y Navacarros hasta el día de hoy.
Como a todo el mundo dirías, te costó acostumbrarte a la vida en Candelario, pero también tengo que decir que no lo parecía, porque desde el primer momento has sido uno más de nosotros, tenías una palabra para cualquier persona que te encontraras por la calle, daba igual que fuera un niño, un joven o un mayor. Con todos has hecho buenas migas. De repente, lo mismo organizabas una excursión a Puente Nueva con los jóvenes y estos te animaban a darte un baño en aquel agua tan fría, que te ibas de caza con el grupo de cazadores del pueblo, o subías a la sierra en moto o andando.
He de recordarte también los nombres tan raros con los que llamas a algunas personas: Manola, Celeste, Emiliana, Marianito y alguno más que ahora no recuerdo, para demostrar tu cariño a los habitantes del pueblo.
Si nos paráramos a pensar en cada uno de los días que con nosotros has estado, estaríamos aquí mucho rato, escucharíamos miles de anécdotas que entre nosotros te han pasado. Aquí va alguna de ellas para que pases un buen rato: la nieve y el pelo canoso, el ataúd que te imaginas con alguien muerto dentro, los monaguillos haciendo de las suyas, los niños y sus comentarios inocentes cuando les preguntas en las homilías, el día que apareciste con el mercedes.
Algo que no puedo dejar olvidado son las homilías que tanto nos han enseñado, las cientos de citas bíblicas que nos has dicho para que leamos y  descubramos las maravillas de Dios.
Seguro que con esto has recordado una y mil cosas que te han pasado entre nosotros, buenos y malos momentos que aquí has vivido y que a partir de ahora siempre estarán en tu recuerdo.
No puedo terminar, primero sin dar gracias a Dios por ponerte en Candelario, por pertenecer a nuestra vida cristiana durante estos años; por haber sido nuestro sacerdote, nuestro confidente y nuestro amigo.
Gracias también a ti, Abel, por hacerte uno más entre nosotros, por recorrer nuestras calles con una sonrisa en la boca y una palabra de aliento. Por acompañarnos en los buenos y malos momentos. Por ser el sacerdote de Candelario.
Espero y deseo que en tu nuevo destino sigas enseñando eso que sientes desde muy dentro, ser de Dios y para Dios. Que sigas queriendo a los feligreses que tengas como nos has querido a nosotros; que trasmitas a los seminaristas, a los que vas a dar clase tu testimonio porque es la mejor forma de enseñar y te lo digo por experiencia.
Seguro que también has aprendido y recibido muchas cosas de nosotros, pero queremos que te lleves algo muy importante y querido  para el pueblo de Candelario, el Cristo de Refugio, por ello te hacemos entrega de esta foto para que no olvides nunca tu paso por aquí. Él será tu protección  guía en tu camino.
Gracias de nuevo Abel por tu paso entre nosotros"




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