miércoles, 15 de junio de 2016

EN CLAVE DE SALUD: La deshidratación en las personas mayores

El agua es primordial para la vida. La deshidratación es el trastorno más frecuente en las personas mayores, por lo que debe existir un equilibrio entre la entrada y salida de líquidos en el cuerpo.
Uno de los principales problemas que pueden surgir, relacionados directamente con el agua de nuestro organismo es el de la deshidratación, derivada del hecho de que las salidas sean mayores que las entradas. También las patologías crónicas y los tratamientos farmacológicos propios de las personas de edad avanzada determinan una mayor vulnerabilidad de esta población ante la deshidratación.
Por todo ello es preciso prestar mucha atención a la ingesta de líquidos de las personas mayores. En los centros residenciales se debe disponer de un control individualizado de la ingesta líquida, así como de un protocolo de actuación para tener controlada la hidratación de cada residente.
El equilibrio del agua
El balance entre la ingesta de líquidos y las pérdidas que se producen, tienen gran importancia, y cualquier alteración del mismo puede poner en peligro la vida de la persona. Un balance adecuado es fundamental, por lo tanto debe ser equilibrado, es decir, la cantidad de líquido que entra en el cuerpo debe ser la misma cantidad que se elimina, así el contenido de agua de los tejidos se mantiene constante.
No hay sistema en el organismo que no dependa de su presencia y aunque a menudo se excluye el agua de las listas de nutrientes, es un componente esencial para el mantenimiento de la vida, que debe ser aportado por la dieta en cantidad suficiente.
Una ingesta elevada de agua no presenta normalmente problemas fisiológicos en una persona sana, porque el exceso se elimina con facilidad y de una manera rápida por los riñones en forma de orina. En cambio, una ingesta baja puede generar graves problemas de salud. La hipohidratación se corrige con una ingesta mayor de agua a través de los alimentos y bebidas mediada por la sensación de sed, mecanismo muy efectivo de nuestro organismo que nos recuerda la necesidad de beber tras periodos de baja ingesta de líquidos.
La deshidratación o déficit de agua corporal, si se produce de una manera crónica, modifica la capacidad del organismo  pudiendo afectar la salud del individuo, sobre todo para los niños, las personas de edad avanzada y los deportistas.
Dos litros de agua al día
Para muchas personas, especialmente las personas mayores, a veces es difícil llegar al objetivo de 2 litros de ingesta de líquidos al día, bien por su incapacidad física que le dificulta el acceso al agua, bien por enfermedades crónicas.
Algunos de ellos evitan consumir líquidos por miedo a la incontinencia o para evitar urgencias de tener que ir al baño cuando se encuentran fuera de casa. Además, con la edad se producen cambios en la función renal y una importante disminución en la sensación de sed.
Estas alteraciones están muy relacionadas con los problemas de deshidratación y de termorregulación en las personas de edad avanzada. A los 80 años, la capacidad de los riñones de filtrar y eliminar sustancias de desecho es aproximadamente el 50-60% menor que a los 30 años.
Las personas mayores pierden demasiada agua por la orina, a pesar de que ésta no elimine muchos materiales de desecho. Por lo tanto, necesitarán más agua para excretar la misma cantidad de urea o sodio. Estos cambios en la capacidad homeostática se modifican también por la presencia de algunas enfermedades como la hipertensión arterial, enfermedades cardio y cerebro-vasculares o por el consumo de fármacos.
El agua como medicamento
Las personas mayores son más vulnerables a la deshidratación atendiendo sobre todo al deterioro del mecanismo de la sed, especialmente si concurren condiciones como ambiente caluroso y húmedo, diarrea, vómitos, fiebre, etc. Otros factores notables incluyen deterioros físicos y neurológicos como consecuencia de un infarto, que es la principal causa de incapacidad de las personas mayores y que suele forzarlas a ingresar en una residencia
La disminución en la sensación de sed quizás sea el factor más importante, ya que conlleva una ingesta de líquidos mucho menor que en etapas anteriores de la vida.
La deshidratación se asocia con hipotensión, aumento de la temperatura corporal, confusión mental, dolor de cabeza e irritabilidad. Además la falta de líquido puede ser el principal contribuyente al estreñimiento, muy común en las personas mayores, y cuyo tratamiento incluye un mayor consumo de líquidos que estimulen el peristaltismo. En las personas mayores el agua se convierte en una verdadera necesidad a la que hay que prestar especial atención y, en muchos casos, es incluso necesario prescribir su consumo como si de un medicamento se tratase.




EN CLAVE DE SALUD es una sección de consejos sanitarios puesta en marcha por el Centro Residencial de Beleña.


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