martes, 5 de julio de 2016

"Con los coletos llenos de mierda y sudor"

ENTRESIERRASrd | Una mirada a los duros segadores que hicieron vida y faena en los campos de Salamanca

Llega el calor. Las espigas de trigo se ponen doradas. Hasta los campos de Peñaranda se van los segadores, cuarenta días con sus cuarenta noches.
Mi abuelo Felipe prepara su equipaje, hoz, dediles, trapos para las albarcas y apenas una ropa para el remudo.
Marcha camino a Guijuelo a coger el tren hasta Alba, su sobrino Manolo y él. No había ocasión, tantos años después, que no se juntaran y recordara aquellas vivencias de segador y rapaz.
Cuarenta días separados de familia, trabajando de sol a sol. Dormir en el pajar era un lujo.
Pasados los cuarenta días, recogían los atavíos, cobraban los cuartos y caminito y alforjas hasta Alba.
Bendito Bar La Perdiz. Un descanso. Esperando al tren de vuelta a Guijuelo. Si ese bar hablase las penas y sosiegos de esos segadores, lugar de un momento de recreo, de peces fritos cuyo sabor va repitiendo la historia…
Por fin en casa. Con esos cuartos que harán más llevadero el año. Traen la talega, los coletos llenos de mierda y sudor (no hay palabra que suavice o sustituya), sus mujeres con la tajuela al cuadril y el barreño a la cabeza, caminito de las pozas "del guarro" (no habrá nombre más explícito) para poner en remojo la ropa.
Abuelo… tú que pasaste tantas penas, tu difícil vida. Esa cara redondita y colorada, la sonrisa como si nada pasara, tus palabras de paz y sosiego. Esa soledad interior que solo la explican las penas pasadas.
Allá donde estés, en el cielo, segando quizás, recordando quizás la cruda vida, sabiendo seguro tus nietas te adoraban, tus biznietos te recuerdan…

CASILDA MERINO



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