miércoles, 1 de febrero de 2017

Que no se la lleve la tierra

ENTRESIERRASrd | Una mirada a una de las prendas más características de la comarca: la capa
Para montar a caballo, para pasear, de boda, de comunión y bautizo, de fiesta y procesión, de quintos y de viaje.
La capa ha sido compañera de vida de los hombres de estas tierras, que la usaban para el menester que procedía. Con el tiempo, y la modernidad, la capa fue quedando olvidada en los arcones o bajo las camas de invitados, para que se mantuviera impoluta y sin arruga que afease el terciopelo.

Cuentan que la capa es uno de los pocos elementos que no se aparejan con la muerte, porque, puesta en herencia, era quizás uno de los bienes más deseados por los hijos cuando el padre faltaba. La capa la heredaba el primogénito o en caso de reniego, el varón que tuviera mejor percha.
La capa tiene, además, arraigo industrial en la zona. La capa española y la 'pañosa' tuvieron promoción en los Duques de Béjar que la tuvieron siempre en cuenta en los telares de la industria textil lanera de la localidad.
La capa, como todo en esta tierra, tiene y tuvo su ciclo vital. Los rebaños de ovejas eran esquilados en abril o mayo y sus vellones se llevaban a lava al río. El río Cuerpo de Hombre era excepcional para el lavado y para el tintado. El lavado era fino, sedoso y dulce en la lana y el tinte se mantenía sólido y permanente.
Los Duques de Béjar dedicaron una cuidada atención a esta industria y dado el gran consumo de capas se dedicaron por completo a la fabricación de este artículo.
La capa también la usaban los ganaderos en los días fríos de invierno, cuando montaban a caballo y paseaban por las dehesas. Era prenda de gente pudiente, prenda de boda de invierno, de fiesta y devoción. Prenda de herencia, porque en su lujo lleva la penitencia. Que no se la lleve la tierra.

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