ENTRESIERRASrd | Una
mirada a una de las prendas más características de la comarca: la capa
Para montar a caballo, para pasear, de boda, de
comunión y bautizo, de fiesta y procesión, de quintos y de viaje.
La capa ha sido compañera de vida de los hombres
de estas tierras, que la usaban para el menester que procedía. Con el tiempo, y
la modernidad, la capa fue quedando olvidada en los arcones o bajo las camas de
invitados, para que se mantuviera impoluta y sin arruga que afease el
terciopelo.
Cuentan que la capa es uno de los pocos
elementos que no se aparejan con la muerte, porque, puesta en herencia, era
quizás uno de los bienes más deseados por los hijos cuando el padre faltaba. La
capa la heredaba el primogénito o en caso de reniego, el varón que tuviera
mejor percha.
La capa tiene, además, arraigo
industrial en la zona. La capa española y la 'pañosa' tuvieron promoción en los
Duques de Béjar que la tuvieron siempre en cuenta en los telares de la industria
textil lanera de la localidad.
La capa, como todo en esta tierra,
tiene y tuvo su ciclo vital. Los rebaños de ovejas eran esquilados en abril o
mayo y sus vellones se llevaban a lava al río. El río Cuerpo de Hombre era
excepcional para el lavado y para el tintado. El lavado era fino, sedoso y
dulce en la lana y el tinte se mantenía sólido y permanente.
Los Duques de Béjar dedicaron una
cuidada atención a esta industria y dado el gran consumo de capas se dedicaron
por completo a la fabricación de este artículo.
La capa también la usaban los ganaderos en los
días fríos de invierno, cuando montaban a caballo y paseaban por las dehesas.
Era prenda de gente pudiente, prenda de boda de invierno, de fiesta y devoción.
Prenda de herencia, porque en su lujo lleva la penitencia. Que no se la lleve
la tierra.
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