jueves, 27 de abril de 2017

El afilador

ENTRESIERRASrd | Una mirada a otro de los oficios perdidos, la de los afiladores que con sus chiflos eran santo y seña de la comarca
© Atanasio Sánchez- Blog Pataloso Conocí al afilador cuando era niño en la posada de mis padres en Cereceda . Me contaron historias de meigas, me hicieron bailarinas de madera y me hablaron de su "fala", el  barallete.
El afilador o amolador era (y es, a duras penas) un comerciante ambulante que ofrece sus servicios de afilar cuchillos, tijeras y otros instrumentos de corte. Y también arreglaba paraguas. En Cereceda ya es historia la imagen del afilador empujando una rueda grande y con el pito del afilador o "chiflo" alegrando las calles.

El "chiflo" es una pequeña Flauta de Pan, hecha de caña con su leve melodía haciendo sonar las notas de su escala tonal, de fuertes a agudas y viceversa. En Cereceda se decía que cuando sonaba el "chiflo" del afilador iba a llover porque con él venía el agua de su tierra.
El afilador se hospedaba en la posada de mis padres y "a cambio de la cena y de dormir en el portal", mi madre tenía siempre tijeras y cuchillos de la cocina a punto de corte. Mi padre le daba los cuchillos de la matanza y las tijeras de la motila. A mí me gustaba ver cómo afilaba las tijeras de motilar las ovejas, unas tijeras especiales que se abrían y cerraban solas. Me gustaba el ruido que la piedra hacía con el roce y las chispas que saltaban a su mandil de cuero para proteger los pantalones.
Hay noticias de afiladores gallegos desde finales del siglo XVII. A "la roda de afiar" la llamaban " farayona", primero acarreada a espaldas y luego rodando.  Todos decían que eran de la provincia de Orense. A Cereceda acudía uno de Castro Caldelas y otro de Nogueira. Tenían su propia "fala", el barallete.

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