ENTRESIERRASrd | Una
mirada a otro de los oficios perdidos, la de los afiladores que con sus chiflos
eran santo y seña de la comarca
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Atanasio Sánchez- Blog Pataloso Conocí al afilador cuando era niño en la posada
de mis padres en Cereceda . Me contaron historias de meigas, me hicieron
bailarinas de madera y me hablaron de su "fala", el barallete.
El afilador o amolador era (y es, a duras penas)
un comerciante ambulante que ofrece sus servicios de afilar cuchillos, tijeras
y otros instrumentos de corte. Y también arreglaba paraguas. En Cereceda ya es
historia la imagen del afilador empujando una rueda grande y con el pito del
afilador o "chiflo" alegrando las calles.
El "chiflo" es una pequeña Flauta de
Pan, hecha de caña con su leve melodía haciendo sonar las notas de su escala
tonal, de fuertes a agudas y viceversa. En Cereceda se decía que cuando sonaba
el "chiflo" del afilador iba a llover porque con él venía el agua de
su tierra.
El afilador se hospedaba en la posada de mis
padres y "a cambio de la cena y de dormir en el portal", mi madre
tenía siempre tijeras y cuchillos de la cocina a punto de corte. Mi padre le
daba los cuchillos de la matanza y las tijeras de la motila. A mí me gustaba
ver cómo afilaba las tijeras de motilar las ovejas, unas tijeras especiales que
se abrían y cerraban solas. Me gustaba el ruido que la piedra hacía con el roce
y las chispas que saltaban a su mandil de cuero para proteger los pantalones.
Hay noticias de afiladores gallegos desde
finales del siglo XVII. A "la roda de afiar" la llamaban "
farayona", primero acarreada a espaldas y luego rodando. Todos decían que eran de la provincia de
Orense. A Cereceda acudía uno de Castro Caldelas y otro de Nogueira. Tenían su
propia "fala", el barallete.
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