ENTRESIERRASrd | Una
mirada a una de las "romerías de septiembre": la de los vendimiadores
camino del sur de Francia
"Éramos bien tratados pero siempre volvías
con la sensación de haber viajado a un país a cuyo nivel le costaría mucho
llegar a España"
Es un dicho manido, y repetido con fruición en
estos días convulsos que vive el país, pero no por ello deja de ser cierto.
Porque sí, los españoles fuimos, somos y seremos emigrantes.
"El que emigra lo hace para buscar algo
mejor. Una vida mejor para nuestras familias", dice el tío Coro
(Corominas) entornando los ojos en el recuerdo.
Había, hay y habrá dos tipos de emigrantes. Los
que se marcharon a hacer las Américas o las Europas, allende Alemania y Suiza,
o Francia, que siempre fueron receptores de los "laboriosos
españoles". Los hay que ya se quedaron por aquellos lares y que cuando
vuelven por el pueblo, si vuelven, hablan raro "como masticando las
palabras", porque a fuerza de decenios ya el "chapurreao" se ha
ido entremezclando con otros idiomas.
Los que hay que se fueron, hicieron "duros
a golpe de lomo", y regresaron. Quizás porque nunca quisieron que en el
habla se le apegase un acento extranjero.
Y también estaban "esosotros", que se
iban para un mes a hacer la vendimia con el riñón al sur de Francia. De esos,
aún haylos, y son herederos de los que antaño, en tiempos de posguerra, iban al
país vecino a ganarse una jornada. "A falta de pan, uvas".
"Cogíamos el tren en Guijuelo y tras todo
un día a la vía, nos dejaba en Hendaya. La frontera era como un lugar extraño,
de otro mundo. Como haber llegado al fin del mundo. Con los pasaportes y los
contratos de vendimia en la mano, íbamos bajando en busca del patrón, que allí
estaba con sus modernos camiones a llevarnos a la faena".
El tío Coro se mira la manos y las retuerce,
como si aún le doliese la tijera en ellas. "Trabajábamos como burros y
nadie se quejaba. ¿De qué te ibas a quejar? Éramos afortunados. Y agradecidos.
Hasta alguno se quedó por aquellas tierras, enamorado de alguna falda".
"Veníamos con buenas perras en el bolsillo
y deseando haber causado buena impresión para que al año siguiente, volvieran a
llamarnos".
"Éramos como una pequeña delegación
española. Había diversión pero la justa. No podíamos gastarnos el dinero, que
tenía que llegar bien ahorrado al pueblo, en otras zarandajas".
Los tiempos de vendimia, los del sur de Francia,
se mantienen en el recuerdo colectivo de la comarca como uno de esos clichés
imposibles de borrar.
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