domingo, 20 de enero de 2013

Camarero… una de asfalto


Los trabajos de pavimentación de calles son las obras más demandadas por los ayuntamientos de la provincia salmantina a realizarse con cargo a los Planes Provinciales del 2013 de la Diputación de Salamanca. Las siguientes demandas más solicitadas por los regidores municipales son las relativos a obras en concepto de saneamiento y abastecimiento, así como mejoras en depuradoras y todo lo relativo al sistema hidráulico.

Acogido a dichos fondos, el Ayuntamiento de Guijuelo centrará estos fondos para la mejora de distintas calles en la villa. Se ejecutará la pavimentación de al menos las calles San Bienvenido y Santa Catalina, en el entorno del Torreón. La obra más importante será en la calle Allende, que une el centro cultural con el solar del antiguo matadero. Se rehabilitará y se modificará toda la red de abastecimiento.

 Editorial Cuaderno de Entresierras : Asfaltando votos

Aún recuerdo de mi niñez el pasmo con que aquellos salmantinos “pueblerinos” recibieron el alborozo de la farola luminiscente. Hasta aquel momento las parcas calles de la aldea se habían iluminado con una escueta bombilla, sin más aplique u ornato que un remolino de mosquitos que la oscurecían cuando llegaba la fresca en verano. Luego fueron acelerándose procesos de modernidad. Alcaldes y equipos de gobierno rurales se fueron perpetuando en cargos casi a base de asfaltado. Y no era baladí. Que en tiempos de Naranjito (y aun hoy día) hubiera que salir a la calle y sortear barro con caca de vaca era algo habitual. Y se tomó por civilización el asfalto. Y los alcaldes, reunidos en torno a tan magna visión, fueron ganándose votos asfaltando calles, plazas y plazuelas; empezando, eso sí, por las más pobladas, o aquellas de tránsito más denso, que era, faltaría más, la rúa que llevaba a la taberna donde jugarse cada tarde la ronda al julepe. Aquello eran votos. Pero ahora entendemos (se supone que lo hicimos) que un parche de asfalto en la calle no es modernidad. Los jóvenes siguieron marchándose de aquí mientras los viejos (jóvenes que antaño tomaron las del Villadiego metafórico) fueron regresando al pueblo subidos a horcajadas en una pensión bien ganada.
Asfaltar calles está bien sí. Pero su rentabilidad es nula. Que un presupuesto provincial tenga como principal motor la rehabilitación de rúas y saneamientos y que los ayuntamientos, cuyos alcaldes tienen cada vez menos plebe sobre la que gobernar, acojan con orgullo dichas inversiones roza, cuanto menos, lo transicional.
Bien debiera, sin dejar de remachar baches, badenes y cloacas, aprovecharse el dinero para generar valores añadidos que hagan quedarse a los que andan en un tris de marcharse o volver a los que se fueron a hacer las Suizas (y las Españas). Dinamizar el mundo rural no es solo asfaltar calles. Esto, en última instancia, es algo que debiera darse por sentado. Dinamizar lo rural es ir más allá; es crear empleo, generar ayudas a quienes apuestan por un mundo empresarial en territorio tan hostil, es apoyar desde lo público, sin ambages, toda actividad que redunde en beneficio de la res pública.
El problema de esto último es que sus réditos llegan a largo plazo y ya se sabe que en este país en perpetua transición, las apuestas y labores no pueden alargarse más de cuatro años urna mediante.
Así que en estas nos vemos. Camarero, una de asfalto… por favor.

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