martes, 6 de agosto de 2013

Preocupación por el avance de “la seca” en las encinas

La dehesa es una parte esencial del paisaje salmantino y, sin embargo, este delicado ecosistema podría estar en peligro por el avance del mal genéricamente conocido como 'la seca'. En municipios como Cespedosa de Tormes se han desatado las alarmas ante la proliferación de ejemplares de quercus afectados por este problema, lo que ha llevado incluso al municipio a plantear la declaración de plaga ante la Consejería con el fin de poner en marcha una serie de medidas urgentes.
De momento, la solicitud ha sido desestimada por la Diputación de Salamanca, donde el PSOE registraba una moción considerando que la declaración de plaga permitiría una acción «integral y masiva» contra algunos de los principios que en principio explican la propagación de 'la seca'.
Según detalla el alcalde de Morille, Manuel Ambrosio Sánchez, en 'la seca' se engloba «un conjunto complejo de síntomas» que desembocan finalmente en la pérdida irreparable del árbol, que se seca por completo.
Un problema que «ha alcanzado unas proporciones devastadoras» en los últimos años en zonas de Andalucía y Extremadura pero que «por causas vinculadas al cambio climático está empezando a acelerarse también en Salamanca», explica el alcalde.
Junto al aumento de temperaturas, los expertos señalan como causa el abandono rural, lo que ha llevado a que se dejen de lado tareas tradicionales de mantenimiento de encinas y robles, como el oliveo o la poda. A ello se suma la acción voraz de dos plagas que se han detectado en los últimos años en los encinares salmantinos, la larva de escarabajo (el cerambyx) y la llamada 'lagarta' (lymantria dispar).
Plagas que según Manuel Ambrosio Sánchez requieren «medidas rápidas y drásticas», ya que una vez que entran en un ejemplar de encina o rebollo «su acción suele ser irreversible».
El alcalde asegura que «estamos ante un desastre ecológico que no volverá a recuperarse en generaciones» y solicita que se adopten medidas urgentes, principalmente por la Junta de Castilla y León para el tratamiento con plaguicidas de los focos de Cerambyx y de Lymantria y para la dotación presupuestaria de una «rigurosa y ambiciosa reforestación» de la dehesa con la plantación sistemática de quercus. 


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