viernes, 4 de abril de 2014

Homenaje y Esperanza a los hijos de San Esteban de la Sierra

Las cenizas de Esperanza Labrador descansan desde el pasado 20 de marzo en la Plaza 25 de Mayo de Buenos Aires (Argentina), allí donde esta madre y esposa de desaparecidos marchó incansablemente para reclamar por la vida de sus seres queridos, arrancados por el terrorismo de Estado que azotó al país sudamericano durante los oscuros años de su dictadura.
Los restos mortales de esta eterna luchadora fueron trasladados desde España, donde pasó los últimos años de su vida, por su hija María Manuela; y esparcidos durante el homenaje que se le realizó en la habitual marcha de los jueves, que en dicha oportunidad contó con una nutrida y cálida concurrencia.

¿Y qué tiene que ver con esto nuestra Comarca?

Esta es una de las muchas historias desconocidas de nuestra Comarca. Pues Esperanza Pérez Labrador, activista luchadora de ese grupo conocido como las Madres de la Plaza de Mayo y de ascendencia española, era la mujer de Víctor Labrador, oriundo de San Esteban de la Sierra. Ambos se enamoraron por cartas que Víctor le escribía desde el frente de Madrid durante la contienda civil española. Al terminar la Guerra, decidieron emigrar y como estaba prohibido ir a Cuba, tuvieron que ir a Argentina, desplazándose desde San Esteban a la ciudad de Rosario, en Argentina, donde desarrollaron un negocio familiar de industria de calzado.
El día 10 de octubre, y en cumplimiento de las órdenes del entonces
Miguel Ángel Labrador
Comandante en Jefe del Segundo Cuerpo del Ejército con sede en la ciudad de Rosario General Leopoldo Fortunato Galtieri, un grupo de “tareas” compuesto por 20 hombres armados y encapuchados militares y funcionarios de policía a cuyo frente estaba José Rubén Lofiego «El Ciego» irrumpen en el domicilio y tras informarles que han dado muerte a otro de su hijos Palmiro Labrador Pérez y a su esposa Edith Graciela Koetz, los golpean y roban diferentes enseres de la vivienda y múltiples calzados y artículos de cuero de la fábrica. Luego de este allanamiento atacan la casa de la hija de Esperanza, María Manuela, donde torturan a Víctor Labrador, y, a su marido, Oscar Rubén Rivero, al que incluso atan a una silla, y tras torturarlo, consiguen que firme varios cheques con fechas de vencimiento postdatadas, la primera el 17 de noviembre de 1976 y por importe de sesenta millones de pesos que son cobrados. Asimismo les desvalijan toda la casa. Días antes, su nieto Miguel Angel Labrador Pérez había sido secuestrado y continúa desde entonces desaparecido. A Palmiro y Edith los mataron poco después en una simulación de enfrentamiento en la que también asesinan a Víctor.


“¡Pues que vivan los Montoneros!”

“Como hija no puedo más que agradecer y agradecer tantas atenciones que han tenido con mi madre; por eso traigo un poco de sus cenizas     porque sé que ella quería mucho a La Argentina y porque este es el lugar que le corresponde”, alcanzó a decir Manoli antes de dejarse alcanzar por la emoción.
“Esperanza está de nuevo entre nosotros, en su Plaza, y esta vez vino para quedarse”, señaló la Madre Chiche Massa, quien además destacó “la picardía de su mirada pero también la valentía de sus palabras”, y recordó cómo se enfrentó Esperanza al por entonces general Leopoldo Fortunato Galtieri, a quien luego de que este confesara que la muerte de su esposo fue “un error” pero que la de su hijo Miguel Ángel Labrador no lo era ya que se trataba de un “montonero”, ella le contestó: “Si los Montoneros son todos como mi hijo, pues ¡que vivan los Montoneros!”
Tomás Labrador, nieto de la homenajeada e integrante de Hijos Rosario, optó por “agradecer en particular a Esperanza y en general a las Madres, por el camino que nos marcaron y las enseñanzas que nos dejaron, que siempre fueron el buscar justicia y luchar por la memoria de nuestros compañeros”, y agregó: “Hoy estamos pudiendo encarcelar la menos a una parte de esos represores gracias a ese legado de las Madres de no buscar venganza, sino de alcanzar la verdad”.
Esperanza Labrador, falleció el 13 de noviembre de 2011 en Madrid, a los 89 años de edad. Su familia fue diezmada por el terrorismo de Estado. Su hijo Miguel Ángel desaparecido, su otro hijo Palmiro (padre de Tomás) asesinado, al igual que su marido Víctor.

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