Tras las obras en la casa de San Valerio, el equipo de restauración de Alejandra del
Barrio ha iniciado los trabajos de restauración del retablo de San Antonio de
Padua, obra guardada en la iglesia parroquial de Valero y que desde hace tiempo
estaba pidiendo a gritos una buena mano de chapa y pintura. Se trata de un
retablo del siglo XVIII colocado en el crucero de la iglesia parroquial de Ntra
Sra de la Asunción de este pueblo salmantino, cuya restauración ha sido
promovida por el Ayuntamiento de Valero, que pagará la restauración, y las
analíticas necesarias para la intervención que son abonadas por la parroquia de
parte de D. Jesús Monforte.
Después
de que finalice el proceso de restauración los responsables realizarán jornada
de puertas abiertas para quien quiera asistir.
Un puzzle
religioso en peligro de extinción
El
retablo ha sufrido muchas alteraciones debido a la exposición a humedad
constante lo que ha provocado que se haya deteriorado en varias ocasiones y
haya sufrido diferentes intervenciones a nivel estructural. La policromía,
oculta bajo un repinte de purpurina sobre dorados y una pintura azul sobre el
resto, ha obligado a realizar las analíticas químicas y estratigráficas para
determinar la mejor opción de eliminación del mismo. La primera intervención ha
consistido en desmontar la obra entera para poder separar el retablo de la
pared creando una aireación mayor que evite continuar con el deterioro.
Al
desmontarlo se ha observado que hay piezas procedentes de diferentes retablos u
obras muebles, hay paneles de roble policromado al temple sin capa de
preparación ( en el cierre lateral y la pieza de remate sobre la que van
colocadas las molduras) y otras madera de cerramiento de la hornacina de
diferentes épocas ( tarima de pino de mitad de siglo, madera de pino de
tablones con anterioridad). Así mismo el entablamento se ha visto sustituido
por una pieza de estilo neoclásico en el siglo XX debido a que los ensambles
son a media madera con clavos de acero de cabeza redonda ( diferentes a los originales
del retablo que son de hierro dulce con cabeza bilobulada). Las molduras
decorativas así mismo también presentan una amalgama reutilizada, hay piezas
doradas con bol amarillo, otras con bol rojo, y con diferentes calidades de
oro, siendo procedentes de obras diferentes ( algo que también se vio en la
restauración del retablo de San Valerio de la misma iglesia)
El
proceso actual de intervención está siendo sentado de color para conservar la
policromía original ante ampollas y craqueladuras que provocan pérdidas,
limpieza de policromías eliminando primero la purpurina y el repinte y
posteriormente el barniz envejecido.
A nivel
estructural se está realizando la consolidación, cosido y reencolado de la
estructura y molduras decorativas. Se van a sustituir los paneles de la
hornacina de sujeción de San Antonio - porque ha perdido completamente la
resistencia mecánica- y los paneles de cierre de la misma - al ser paneles no
originales y estar muy deteriorado- incluyendo en el nuevo panel un fragmento
de fondo de hornacina que se encontró al desmontar el retablo de San Valerio y
que corresponde por estilo y época a la misma etapa del retablo.
Se va a
reestructurar un panel de cierre lateral con otro panel también encontrado en
el retablo de San Valerio ( seccionado en tres partes y siendo de la misma
anchura y características similares del otro panel de cerramiento) utilizado
como base de hornacina en una mesa donde iba colocado San Valerio. Y se van a
realizar todas las molduras decorativas y formas vegetales con volúmenes
perdidos con resina epoxídica compatible con madera.
En las
esculturas a las que se va a intervenir hay que destacar que San Antonio de
Padua posee un niño Jesús que a su vez está reutilizado de una escena anterior
- quizás un santo entierro- ya que es un paje con un pañuelo.
San
Sebastian es quizás la figura que más ha sufrido por la humedad y poseía un
ataque de xilófagos activo en una pieza añadida en roble. Tiene un repinte y le
faltan todos los atributos - flechas clavadas en el cuerpo-. Está por
determinar según las analíticas si se opta por dejar la policromía actual ( un
óleo de calidad) o la policromía original ( un temple)
Y por
último Santa Bárbara es una talla del siglo XVIII muy deteriorada también, con
gran pérdida de policromía y de volumen perdido que desmerecen la talla tan
bonita y de calidad que es.
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