Un grupo de voluntarios ambientales ha culminado este fin de semana un
trabajo de campo desarrollado por los pueblos salmantinos del Parque Natural
Las Batuecas-Sierra de Francia con el fin de recuperar las plantas más singulares
del entorno y sus usos tradicionales y que ha llevado a los participantes desde
El Maíllo y El Cabaco hasta Serradilla del Arroyo.
Una de las más llamativas es la conocida
entre los vecinos de la Sierra de Francia como "cirigüella", también
denominada "cirigüeña", que antaño las gentes de estos pueblos la
usaban para curar las heridas tanto de las personas como de los animales.
Incluso, cuentan algunos mayores, que
servían para curar las verrugas, ya que tiene una sustancia amarillenta,
parecida al yodo.
El trabajo de campo, dirigido por la
entidad extremeña ARBA (Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono) y
con la participación de voluntarios llegados de Estados Unidos o Suecia, ha
concluido este fin de semana con las entrevistas a personas mayores
desarrolladas en los municipios de El Maíllo, El Cabaco y Serradilla del Arroyo.
Pablo de Bustos, coordinador de las
actividades del Parque Natural de
Batuecas, ha explicado a EFE que en El Maíllo, por ejemplo, han sabido que las gentes usan las ramas de el saúco (en la Sierra de Francia se le conoce como sahugo) para ahuyentar a los topos en los huertos, ya que desprende un olor muy fuerte.
Batuecas, ha explicado a EFE que en El Maíllo, por ejemplo, han sabido que las gentes usan las ramas de el saúco (en la Sierra de Francia se le conoce como sahugo) para ahuyentar a los topos en los huertos, ya que desprende un olor muy fuerte.
El misticismo también se entremezcla con
las plantas, ya que en esta zona era habitual colocar en los desvanes, una vez
bendecidos, los cantuesos o tomillos del Corpus Christi para que, así, no impactaran
los rayos en las viviendas.
Incluso, el laurel, también bendecido tras
el Domingo de Ramos, se colocaba en las fachadas de los hogares para evitar el
mal de ojo.
"Algunos vecinos de Serradilla del
Arroyo o El Maíllo nos han contado que antaño se usaban las ramas de acebo para
pasarlas por encima de los animales y sanarlos", ha explicado Pablo de
Bustos.
Otra muy peculiar es la
"anjunia", que se usaba para curarle las heridas al ganado, o la
conocida como "chorizo", que tiene propiedades cicatrizantes.
Para la inflamación del hígado el mejor
remedio era el caldo obtenido de cocer las ortigas y también se obtenían fines
curativos del popular "gordilobo", que se usaba en caso de diarrea.
En el trabajo de campo les ha llamado la
atención la planta denominada "chupamiel", que la cogían los
ganaderos de estos pueblos de la Sierra de Francia para dar de comer a los
cerdos, ya que a los marranos les encanta debido a que sus hojas son muy
tiernas.
El mejor remedio casero para las picaduras
de los insectos se obtenía de la planta conocida como "llantén", que
se aplicaba directamente sobre la zona afectada por la picadura.
La mejor forma de espantar las moscas que
"abrasaban" en los calurosos veranos de la Sierra de Francia a las
caballerías era mediante la agitación del planta llamada "Hortelana de
Burro", que tenía efectos repelentes en las moscas.
Las plantas también han formado parte de
los rituales religiosos y, así, la denominada como "gazapeo" servía
para confeccionar un ramo que se entregaba a las mozas la víspera del día de
San Pedro.
En esta zona del sur de Salamanca usaban
la planta "rejileta" para que jugaran los niños y en Monsagro era
tradición jugar al "Monja-Cura-Fraile" con las amapolas: si el
capullo era blanco se identificaba con monja, si el niño abría un capullo rosa
entonces era fraile y si era rojo, entonces era cura.
Las "cacarroyas" también
entretenían a los niños, ya que sus padres les daban las granas de esta planta
para que se la comieran, como si se tratara de pipas de girasol.
Tras los datos recopilados, la Fundación Patrimonio Natural de Castilla
y León prevé editar una guía con todas las plantas y sus usos tradicionales.
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