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A pesar de la lluvia los vecinos pusieron al mal
tiempo buena cara y disfrutaron de dos días de intensa fiesta en honor al
patrón
© David Panchuelo "Por San Marcos el
agua en los charcos" fue la expresión más repetida durante este pasado fin
de semana en Valdehijaderos, humilde pueblo del sur salmantino que se sitúa a
caballo entre las Sierras de Béjar y Francia, en el amplio valle por el que
discurre el río Sangusín, paso milenario de las cañadas de la Mesta, frontera
abierta entre los antiguos reinos de León y de Castilla.
El agua en los charcos fue lo que no faltó en
ningún momento de las dos jornadas de fiesta que se celebraron, "con
lluvia o sin ella", en honor del santo evangelista.
Los actos festivos comenzaron pasada la media
hora del mediodía del pasado sábado, cuando los hijos del pueblo se reunieron
en la ermita para mostrar sus respetos a San Marcos, la imagen que cuenta con
la mayor devoción entre habitantes y emigrados (como atestigua el buen número
de niños llamados Marcos en su honor que se reparten por Barcelona, Madrid,
Salamanca o el propio Valdehijaderos).
Pendones desplegados, altivos y desafiantes ante
un viento que ya amenazaba lluvia, anticiparon la salida del santo de su
ermita, engalanado de flores, pergamino y león, al son de la gaita y el
tamboril, las mejores enseñas de la fiesta popular en nuestra tierra
salmantina.
No tardó San Marcos en responder a la plegaria
ganadera, principal actividad en Valdehijaderos, y las gotas dadoras de vida
empezaron a caer tímidamente al poco de comenzar la procesión por sus calles.
Tuvo este año, pues, que apretarse el ritmo y dejar para el próximo la
tradicional bendición de los campos que se suele llevar a cabo en la misma Cañada
Real, a la salida del pueblo.
Tras una emotiva misa a la que se fueron sumando
más y más asistentes hasta completar la bancada de la iglesia, adornada con las
florituras de la gaita que ejecutaba con maestría el joven tamborilero, los
vecinos se encaminaron bajo un techo improvisado de paraguas hacia los salones
del Ayuntamiento, donde se ofreció un convite a base de dulces típicos y
sangría.
Los abrazos, los reencuentros y las animadas
charlas no impidieron una nueva peregrinación, esta vez al bar, para degustar
los tradicionales huevos de San Marcos, junto a algún que otro chupito de
aguardiente para levantar el ánima.
Comidas familiares con las mejores viandas (es
costumbre disfrutar de la tierna carne de cordero o cabrito en este día),
acabaron de amoldar el cuerpo para la fiesta de San Marcos, mientras afuera el
santo repartía sus dádivas en fuertes chorreras corriendo por los tejados y
regatos sin bautizar nacidos en las mismas calles.
Por la noche, la Pequeña Gran Orquesta animó la
fiesta en los Salones de las Antiguas Escuelas, donde parejas y corros de
amigos reavivaron el gusto por el baile.
Y la mañana del domingo, ¡nada de dormir!
Mujeres y hombres se reunieron temprano para los preparativos de la I
Parrillada Popular de Valdehijaderos, que reunió en torno a las dos de la tarde
a más de un centenar de comensales de nuevo en los Salones de las Antiguas
Escuelas. Costilla, panceta, magro, chorizo… corrieron entre las mesas
acompañados de ensalada, todo regado con buena sangría y vino de la zona. Mención
aparte merecen los organizadores del evento, quienes al mal tiempo pusieron la
mejor de las caras, y en especial los asadores, que tuvieron que batallar de tú
a tú con la lluvia para que las delicias cárnicas llegasen puntualmente a la
mesa. Bravo por todos ellos.
Finalmente, tras una larga y animada sobremesa,
una chocolatada para todos los asistentes puso sólo el punto y aparte a la
celebración de esta festividad de San Marcos en Valdehijaderos, pues en dos
semanas tocará retornar al santo a su ermita, y festejarlo…
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